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La pirámide nutricional La pirámide nutricional
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La pirámide nutricional

Isabel Marco
El ser humano es por naturaleza omnívoro, que quiere decir que comemos de todo, desde frutas, verduras y hortalizas a carne y pescado, pasando por los cereales. Cuando estudiábamos en la escuela teníamos bastante claro qué es lo que tenía que primar en nuestra dieta y qué debíamos comer de forma ocasional, algo que aprendíamos con la famosa pirámide nutricional, pero que después todo dependía de lo que se hiciese en las casas particulares. Por tradición, parece ser que la dieta mediterránea está bastante bien y solía cumplir con esa pirámide que venía a decirnos que debíamos consumir diariamente lo que estaba en la base e ir disminuyendo su frecuencia conforme subíamos hacia la punta de la pirámide.

Hoy por hoy, con eso de las prisas y el poco tiempo del que todo el mundo dispone para cocinar, nos hemos aliado a eso de la comida rápida, algo en lo que es muy fácil caer por la facilidad con la que nos ponen al alcance de la mano preparar “deliciosos” platos con etiqueta, incluso, de tradicionales. Esta comida rápida y platos preparados han ido desbancando en muchos hogares la dieta mediterránea, el poco tiempo del que disponemos no lo empleamos en aprender a cocinar y, en el mejor de los casos, nuestros padres van gastando sus fuerzas en mandarnos tuppers con comida sana y tradicional que nosotros devolvemos con las tapas cambiadas y perdidas por los armarios de la cocina.

Últimamente hay muchas personas que se están preocupando por la alimentación e intentan mantener una alimentación sana, sin caer en la obsesión, claro, pues perdería el calificativo de sana. Cuántas veces a la semana se deben comer legumbres, verduras, carne roja… Otras personas se han subido al carro del veganismo y dejan de comer productos de origen animal por razones ideológicas. Desde mi punto de vista y sin llegar a entrar en polémicas, puesto que cada cual es libre de elegir qué poner sobre la mesa; no soy vegana pero puedo comprender perfectamente esa posición. Creo que cada vez se come más carne y cada vez se come más carne roja y es que seguro que alguna persona se sorprende cuando le recuerde que, según esa pirámide nutricional con la que estudiábamos en primaria y según los expertos, lo ideal es comer entre cuatro y cinco veces al mes, más o menos una vez a la semana.

Uno de los tantos inconvenientes que tiene el capitalismo, es que compramos más de lo que podemos consumir; por ejemplo: si vamos a la panadería y hay una oferta en la que comprando dos barras te regalan otra, vamos a comprar dos barras para que nos regalen una, aunque después nos sobre pan como para ir a dar a las palomas. Lo mismo ocurre con la carne; se hace todo a lo grande porque trae mayores beneficios, solo se piensa en producir y producir. Después da igual si se desperdicia, producir por encima de nuestras necesidades es por lo que apuesta el capitalismo.

Con la carne está sucediendo, la ganadería intensiva llama al consumo excesivo de carne, que es nocivo para la salud pues las carnes procesadas resultan cancerígeneas y un exceso de consumo de carne roja también lo es, además de provocar enfermedades coronarias y un largo etcétera de inconvenientes.
Ayer leí una noticia sobre un estudio en el que aseguraban que si cambiamos el excesivo consumo de carne roja por pescado como sardinas o boquerones, se podrían salvar hasta 75.000 vidas al año en el mundo en 2050 y reducir la prevalencia de discapacidad como resultado de enfermedades relacionadas con una dieta poco equilibrada (BMJ Global Health).

Ahora a ver si convencemos a esas personas compañeras de vida que no son alérgicas al pescado pero actúan como sí, de que este cambio del chuletón a la sardina es por su salud.