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El hospital 'de arriba' El hospital 'de arriba'

El hospital 'de arriba'

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Javier Silvestre

Aún quedan casi dos años para que se abran las puertas de nuestro nuevo y flamante hospital a prueba de terremotos y ya tenemos lío con el nombre. La DGA quiere que se mantenga como Obispo Polanco, y claro, algunos se llevan las manos a la cabeza por considerar que la nueva infraestructura sanitaria “no puede llevar el nombre de un personaje que hizo apología del alzamiento militar de 1936 y colaboró en la represión política de los sublevados". Así lo ha manifestado el coordinador de la plataforma Espacio Municipalista (EMT), Zésar Corella, quien considera que “no es inocente” que el consejero de Sanidad, del PP, quiera mantener el nombre de un obispo que apoyó al bando nacional y que luego fue -presuntamente- ejecutado por los republicanos.

Pronto empezamos a marear con este asunto, la verdad. ¿No será más importante saber cómo van a garantizar que haya suficientes médicos para que el super hospital pueda dar servicio a los ciudadanos? Pero venga, vamos a entrar al juego de los nombres, no sea que alguien sufra una lobotomización ideológica por verbalizar “Obispo Polanco” cada vez que tenga que ir a urgencias.

Como siempre, todo acaba siendo una absurda batalla entre formaciones políticas. Y tengo que decir que la única propuesta que me gusta (siempre y cuando no nos cueste dinero) es la de Teruel Existe: que se consulte a los ciudadanos y punto. Eso sí, ¡luego no nos llevemos las manos a la cabeza si no sale lo que queremos! Entre las propuestas que hay encima de la mesa están: Hospital Joaquín Sanz Gadea, Hospital Jerónimo Soriano o un aséptico e impersonal Hospital General de Teruel.

El mero hecho de tener que decidir nos obliga a conocer nuestra historia, se llame como se llame al final. Es el caso de Sanz Gadea, un médico turolense fallecido en 2019 y que durante 40 años trabajó en la República Democrática del Congo ayudando a los más necesitados. Candidato al Premio Nobel de la Paz en tres ocasiones, obtuvo en 1998 el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Por su lado, Jerónimo Soriano, otro médico ilustre nacido en 1560, considerado el precursor de la pediatría moderna, al escribir el primer tratado de pediatría en lengua española y que fundó en Teruel el primer hospital del país especializado en los niños.

La historia de Anselmo Polanco Fontecha depende de quién la cuente. Fue obispo de Teruel entre 1935 y 1939, y apoyó el alzamiento militar de Franco mientras la ciudad fue sitiada por las tropas republicanas. Convirtió el actual seminario en un edificio donde se daba acogida a las mujeres y niños durante el largo asedio. Cuando Teruel cayó en manos republicanas fue detenido y finalmente ejecutado. Su biografía tiene luces y sombras que permiten enzarzarse en el siempre recurrente debate sobre vencedores y vencidos que algunos se empeñan en no dejar atrás.

Yo, qué quieren que les diga, puestos a elegir nombre optaría por Hospital Sanz Gadea. Por varios motivos. Primero, porque soy malísimo con los nombres y sé que seré incapaz de acordarme del pobre Jerónimo Soriano. Segundo porque, no nos engañemos, nadie va a llamar Obispo Polanco al nuevo edificio porque toda la vida hemos llamado así a la residencia. Y tercero, porque me ha gustado enterarme de que un turolense estuvo a punto de ganar tres veces el Premio Nobel.

También les digo una cosa… Al final, al hospital le llamaremos como nos salga de las narices. Porque tenemos una facilidad innata en Teruel para llamar a las cosas con nombres diferentes al que tienen realmente. Yo estudié en el Instituto Ibáñez Martín (ahora Vega del Turia). ¿Y cómo le hemos llamado siempre? El de abajo. Y así hacemos con todo: el Instituto de arriba, la plaza de las monjas, la plaza del seminario, el viaducto nuevo y el viejo, la plaza del torico… Todo nombres populares que no salen en el Google Maps (para desesperación del turista).

Así que si mantienen Obispo Polanco como nombre oficial, no me extrañaría que acabemos llamándole el Hospital de arriba o el Hospital nuevo o el de las Viñas. A saber. Tanta pelea sesuda por poner y quitar nombres para que luego el bautismo popular se salga por la tangente. Lo que está claro es que nadie le llamará Planizar, se lo garantizo.