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La fotogenia de mi vida La fotogenia de mi vida

La fotogenia de mi vida

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Cruz Aguilar

Va rodando por Facebook desde hace tiempo un juego en el que, si te nominan, tienes que colgar una foto en blanco y negro cada día y retar a un amigo. Así hasta un total de siete. Siete fotos y siete amigos. Sin color, sin gente y sin explicaciones. El pasado martes me retó a mí una amiga a algo que me pareció, antes de colgar la primera foto, simpático y divertido. A lo largo del miércoles debía de colgar una imagen de mi vida cotidiana, pero se pasó el día y todo me pareció demasiado cotidiano –por no decir sin sustancia– hasta que por la noche me puse a cocinar y acabé tirándole la foto a la sartén. Muy creativa, con varios filtros y de unas croquetas –que no cocretas, que la RAE no la ha aceptado– que me salieron muy buenas. Lo puedes maquillar como te de la gana, pero una sartén al fin y al cabo, pensé cuando la colgué en Facebook.
Llegó el segundo día y mi aburrida vida me llevó a colgar una foto vieja de Mirambel, porque estoy con el especial de turismo y porque tirar una foto de las fotos y letras de mi pantalla me parecía muy duro. 
Siguieron los días y las alternativas de las fotos no mejoraron mucho. Menudo día a día más soso que tenemos algunos, pensé. Me voy a fijar a ver lo que cuelga por ahí la gente, aunque igual me deprimo.
Acabé la semana de viaje y por lo menos pude tirar una foto de un pueblo, encima de Albarracín. El sitio subió un poco el caché de mi colección de imágenes. Menos mal, porque ya estaba pensando que mi vida gira en torno a una pantalla, una sartén y unos niños que, según las reglas del juego, no pueden salir en la foto, así que las posibilidades de creatividad se reducen considerablemente.
Para las siguientes fotos decidí cambiar el chip y buscar el lado más artístico de la realidad que me rodea. Así que tengo angelotes en escorzo pintados por grafiteros o toda una retahila de calcetines de miles de colores cuyas parejas se ha comido mi lavadora, que se alimenta de eso. La vida que llevamos no siempre es fotogénica, pero nuestra forma de verla sí puede serlo. Qué remedio.