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Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad: “A los países del sur se les sigue colonizando desde las grandes transnacionales” Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad: “A los países del sur se les sigue colonizando desde las grandes transnacionales”
Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad

Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad: “A los países del sur se les sigue colonizando desde las grandes transnacionales”

Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad
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Ricardo Álvarez es el presidente de la Federación Aragonesa de Solidaridad, que hace unos días presentó en Teruel el informe que todos los años hacen sobre la aportación de las instituciones aragonesas a la cooperación al desarrollo.

- ¿Somos solidarios los aragoneses?

- En cierta medida sí y en cierta medida no, como siempre. El informe que hemos hecho da  una media del 0,11% de la contribución de las instituciones aragonesas analizadas respecto al 0,7 de los Objetivos del Milenio o incluso de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. Es una cifra baja, lo que pasa es que hay un falseamiento porque incluye al Gobierno de Aragón que aporta un tercio, con un porcentaje muy bajo, y el Ayuntamiento de Zaragoza, que aporta casi la mitad con un porcentaje alto.

- ¿Eso altera mucho los datos?

- Quitando esos dos extremos, como es habitual en las estadísticas, pues el promedio sale de un 0,34%, que es casi la mitad de ese pretendido 0,7, con lo cual, incluso en lo que es el concierto mundial, no está mal.

- ¿Y los ciudadanos a título particular son solidarios, se implican, hacen su aportación?

- Ahí siempre suele haber la polémica de qué es lo que tenemos que dar teniendo en cuenta lo mal que estamos. Yo creo que hay un apoyo muy fuerte a las organización no gubernamentales de desarrollo en número de socios y voluntarios, que incluso suelen crecer en tiempos de crisis, y lo que es claro es la percepción de la gente que está soportando la crisis. 

- Eso es comprensible.

- Tenemos que tener en cuenta el conjunto de la sociedad y  que nuestra crisis ya la querrían tener muchos países. La gente de esos países se sorprende que hablemos aquí de crisis porque la situación que se ha vivido es lo que ellos querrían tener habitualmente al estar peor. Lo que pasa a lo mejor es que los políticos son  más permeables a esas visiones negativas que a las positivas.

- ¿De quién tiene que surgir la iniciativa de sensibilizar?

- Se suele pensar que somos las organizaciones no gubernamentales de desarrollo las que tenemos que hace sensibilización, educación para el desarrollo, y son los políticos quienes tienen que hacerlo. Es decir, el buen príncipe del Renacimiento se traduciría ahora en el buen político que educa a sus conciudadanos acerca de lo que es la realidad mundial.

- Acabar con los desequilibrios también ayudaría a nuestro propio bienestar, ¿no?   

- Eso es una cosa que se está filtrando ya. Hasta las grandes instituciones internacionales del sistema están reconociendo y advirtiendo que la desigualdad genera distorsión en nuestro sistema, sin entrar en juicios sobre el mismo, y es obvio que se crean desigualdades y distorsiones. Entonces el papel de los estados lógicamente debería ser paliar esas distorsiones y eso es lo que está costando.

- ¿Por qué?

- Creo que en los estados con niveles económicos altos los gobiernos sí entienden que hay que paliar esas desigualdades. Hay algunos que las palían muy ampliamente y otros que menos, pero claro, eso a nivel mundial no existe y tampoco a nivel regional, inclusive, por ejemplo en la Unión Europea.

- En cambio desde dentro de la UE se trabaja para evitar desequilibrios entre sus estados porque eso beneficia a todos.

- Cada uno dentro de la crisis se las ha tenido que ingeniar a su manera.

- ¿Esto es una obligación moral, pero debería legislarse también al igual que se hace con las directrices sobre cambio climático?

- Nadie se atreve por ahora a entrar en esa línea. Los objetivos de desarrollo sostenible, que son tremendamente duros en el aspecto de evitar las desigualdades y erradicar la pobreza y el hambre, tienen incluso la coletilla de que lo harán dentro de la autonomía de cada país para gestionar sus riquezas. Elude totalmente esas responsabilidades tanto regionales como mundiales.

- Detrás de eso hay un cierto egoísmo, ¿no? Estando yo bien, los demás, que se apañen.

- Sí. Es decir, claro que hay una responsabilidad. Igual que pagas tus impuestos a nivel de Estado, no te debería eludir de tener una participación en ese ámbito universal. Los estándares internacionales vienen recomendando desde hace tiempo el 0,7, y a lo mejor a nivel personal también estaría bien que todos fuésemos conscientes de ese desequilibrio y de que las otras personas son tan humanas como lo somos nosotros, y que igual que reclamamos derechos para nosotros y nuestros hijos tendríamos que reclamarlos para todos los países en todo el mundo, pero eso no es gratis, eso hay que dotarlo.

- Además nos favorecería a todos, que da la impresión de que eso no se entiende.

- Siempre he dado la razón al presidente del Gobierno cuando decía que había que intervenir en los países de origen, la cuestión es cómo se interviene. Lo que hay que hacer es evitar la anticooperación con las políticas comerciales, financieras, agrícolas, pesqueras, intelectuales, son cosas que atan tremendamente a todos los países empobrecidos.

- ¿Seguimos abusando de esos países empobrecidos?

- Por supuesto que abusamos de ellos porque los estudios denotan que el flujo económico sur-norte es mayor que a la inversa. Las grandes transnacionales siguen colonizando a los países del sur. Tendrían que dejar de explotar a esas sociedades que están en peores condiciones por el desarrollo de los últimos tiempos. Europa tuvo una oportunidad en el siglo XIX con la industrialización y eso dejó atrás a la mayor parte del mundo, y esa explotación colonial que hubo en su momento se ha mantenido.