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Doble discriminación Doble discriminación

Doble discriminación

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Elena Gómez

Dicen que 2018 es el año de las mujeres. Es un hecho del que me siento muy orgullosa como feminista convencida que soy. 

Ha llegado el momento de acabar con las medias tintas y por eso esta semana ha sido tan importante para nosotras: la celebración de este 8 marzo ha marcado un hito en la historia de las reivindicaciones femeninas.

Sin embargo, a pesar de tanto ruido en los medios sobre este tema, existe un sector entre las mujeres del que apenas se comenta nada. Se trata de nosotras, las mujeres con discapacidad.

Siempre he comentado entre bromas que yo tenía ante mí un negro horizonte según las estadísticas. 

Soy mujer, discapacitada y turolense. Afortunadamente, aunque hay algunas cosas que no he podido disfrutar, he tenido libertad para desarrollarme como persona y fortaleza para luchar por lo que quería.

Pero hoy estoy para pocas bromas. Un tercio de las mujeres con discapacidad sufre malos tratos en su hogar. La media está muy por encima del resto de mujeres. 

Nadie, nunca, debería ser víctima de violencia alguna, pero dado que las instituciones y la sociedad están volcadas en eliminar esta lacra, algo está fallando más de lo normal en este ámbito. Además, tenemos una tasa de paro 10 puntos por encima de la media nacional. Y de la brecha salarial ya ni hablamos, porque no hay estadísticas oficiales que nos den algún tipo de orientación sobre el tema.

Tener una casa, formarnos u ocupar un puesto de trabajo son derechos básicos a los que muchas veces no tenemos acceso por la sobreprotección en el ámbito familiar o de la escuela, lo que puede limitar nuestro desarrollo como personas. 

Por todo esto, hoy mi llamamiento es para todas las mujeres que están en mi misma situación y hoy se sienten personas realizadas e independientes. 

No debemos dejar de alzar la voz por aquellas que todavía no lo ha conseguido. Nuestra lucha es doble, pero también doble será la recompensa.