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Un chico de Salesianos Un chico de Salesianos

Un chico de Salesianos

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Juanjo Francisco

Las cristaleras de la capilla colegial tienen abundantes tonos amarillos, casi anaranjados; brillan tanto que a uno se le va la mente a no sé dónde con tanto despliegue de colores. Esa pared adornada casi le hace competencia al magnífico jersey de rombos que luce hoy, un canto a los azules y rojos, con un cuello de pico en la justa medida, como marca la moda. Fausto va de domingo.
Vive en un barrio de nombre evocador: las Delicias. Todavía hay huertas junto a la estación de ferrocarril que muchos años después dará la bienvenida al AVE. Pero ahora, justo en estos días, todo eso es una entelequia. Los trabajadores de Renfe sacan jugo a esas tierras bien regadas por el Ebro y la ciudad aún no ha raspado los surcos de las verduras. El Castillo Palomar es un reducto de aventuras vespertinas y el canto de los pájaros se percibe claramente.
Por la Ciudad Jardín serpentean unos porches que en las tardes del verano, a las horas más tontas, dan cobijo a las parejicas de catorce, como mucho. En época lectiva, sin embargo, no conviene entretenerse en los reductos porque los curas piden puntualidad extrema.
En casa ha desplegado una libreta junto al tocho de Matemáticas y, cual Tiziano de los quebrados, dibuja unos números tan estilosos que las ecuaciones, con despeje brillante y rápido de la equis, son pura armonía visual, un desafío a la caligrafía.
Así es él, tan pulcro como un serafín y tan listo que ni se nota. Avanza en sus quince años sin daños colaterales y tomando tanta ventaja que ni sus padres se enteran del incipiente vuelo que emprenderá. Pero antes de todo ello, todavía tendrá tiempo para merendar chocolate, jugar en un campo cubierto de tierra y grava, y sopesar si será o no un buen centrocampista creativo. Podrá ir a los billares algún sábado por la mañana y sufrir severas derrotas al pin pon.
Un tiempo antes de marcharse, el chico de Salesianos, émulo de Víctor Muñoz, disfrutará de La Leyenda de la Ciudad sin Nombre y Lee Marwin cantará Estrella errante, un himno que le acompaña y que le une a los tiempos de tonos azules de las Delicias.