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Menos samba

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Fernando Arnau

En los últimos años, se está evidenciando que una sociedad avanzada puede movilizar a una clase política perezosa y anquilosada; y que una sociedad viva puede poner en entredicho las restricciones que un parlamento es incapaz de resolver. El haber cargado de protagonismo a la judicatura tiene su lado negativo: la pérdida de discreción en la labor propia del estamento. La mediatización de la actuación de los tribunales, no exclusiva de este asunto capital, sino su abusiva utilización (!) mediática y, por ende, el riesgo de banalización de los procedimientos.
Todo el capital de un poder, el judicial, valioso en cuanto garante de la aplicación de la norma, se viene abajo cuando otros le “ayudan” a hacer su trabajo, porque es menos arriesgado que hacer el suyo. El ejecutivo se está dedicando a trabajos menores, cuando no a los bajos menesteres de la administración de la nación. La falta de medios de la judicatura refuerza la dilación en actuaciones relacionadas con la corrupción de los partidos, motivo por el cual se abusa de la triquiñuela de la prescripción y de las sentencias evaluadas por tardías.
Ya lo decía el general Franco a sus ministros: Señores, no me hagan política (politiqueo). Eran otros tiempos, pero el fondo es actual. De aquellos polvos, nuestro barrizal de ahora, con el agravante de que se refuerza la idea de que las prácticas no han mejorado en absoluto, razón por la cual el trabajo realmente eficaz queda demasiadas veces en un segundo plano. El ejecutivo debe de hacer algo más que declaraciones truculentas, propaganda barata y manipulación de amplio espectro, mientras el derecho, con o sin medios, se pone al día en transposiciones y actualización de tipos delictivos.
El personal quiere trabajar, es su destino por haber comido del fruto prohibido y porque este es, de momento, el diseño de la sociedad tecnológica. Las manifestaciones son necesarias, sus reivindicaciones demandan ser escuchadas (más que oídas), pero su programación debiera hacerlas innecesarias la proactividad de la clase política para lograr un estado garante de los derechos civiles declarados en su Constitución.
Como diría el líder Emilio Aragón, menos samba e mais trabalhar.