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Mi perra y la biblioteca Mi perra y la biblioteca

Mi perra y la biblioteca

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Cuando era pequeño teníamos en casa un setter irlandés. Se llamaba Noia y era de la piel del diablo. Destrozaba sofás, zapatos y cortinas y me la tenía jurada. Hasta tres veces me destrozó libros que había sacado de la biblioteca.

No se comía los de mis hermanos, ni los aburridos tochos del colegio. Solo se fijaba en los que yo tenía en préstamo e intentaba comérselos en cuanto me daba la vuelta. Y lo hacía, lo tengo muy claro, para humillarme.

Porque luego tenía que ir a la librería a encargar el mismo libro y agachar las orejas en la biblioteca: “Que traigo uno nuevo porque el que saqué se lo ha comido el perro”. Y ya se pueden imaginar, una vez bien; dos acabó por levantar sospechas y la tercera provocó que no me miraran con buenos ojos.

Y es que la Biblioteca Pública de Teruel de entonces, de la que habló el Planeta Javier Sierra el otro día en la presentación de su legado, no es la de ahora.  

Los chavales íbamos a leer o a sacar libros con cierto respeto. Porque allí te llamaban la atención si correteabas por los pasillos o hablabas por encima del susurro. Lo cierto es que animar a la lectura, precisamente, no animaba mucho.

Pero las cosas han cambiado. Ahora cualquier sábado por la mañana hay cuentacuentos o actividades para niños; ahora se hacen instalaciones de la Escuela de Arte para celebrar el legado de Sierra; ahora se incentiva que la gente, especialmente los lectores del mañana, se acerquen a la biblioteca sin el miedo con el que a veces íbamos nosotros, sobre todo cuando nos habíamos retrasado en la devolución, que, en mi caso, era de forma constante.

Y no solo se hace allí. Salas de lectura como la del Arrabal han sido un ejemplo de cómo atraer ‘clientes’ abriendo de par en par las puertas.

Sierra decía el lunes que su primer carné de verdad fue el de la Biblioteca Pública de Teruel. El mío también, supongo. No me extrañaría que, conociendo a Javier, todavía lo guarde entre sus viejos papeles. Yo no, seguro, el mío se lo comió mi perra.