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Juan Carlos Fuertes, psiquiatra forense: “Cuando hablamos de la prevención de la violencia hay que ir con la cartera” Juan Carlos Fuertes, psiquiatra forense: “Cuando hablamos de la prevención de la violencia hay que ir con la cartera”
José Carlos Fuertes, en el salón de actos de la Residencia Javalambre

Juan Carlos Fuertes, psiquiatra forense: “Cuando hablamos de la prevención de la violencia hay que ir con la cartera”

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El psiquiatra forense José Carlos Fuertes Rocañín estuvo el pasado sábado en Teruel para participar en una jornada sanitaria que abordaba la violencia desde una visión multidisciplinar. Como clausura al acto ofreció una conferencia titulada El ciclo de la vida y las repercusiones de la salud psíquica de la víctima. Colaborador, entre otros, del programa televisivo Espejo Público, Fuertes es autor además de varios libros sobre Psiquiatría.

-Ha ofrecido en Teruel una charla sobre la repercusión de la violencia en la salud psíquica de la víctima según las diferentes etapas de la vida. ¿Cómo va modificándose esa repercusión?

-La violencia es un fenómeno muy complejo que aunque se manifieste de forma distinta según se aplique a un niño, a un adolescente, a una persona madura o a un anciano siempre va a producir una serie de alteraciones psíquicas graves. La violencia conlleva un sufrimiento psiquiátrico o psicológico importante y eso se traduce en unas conductas o en otras según la etapa de la vida en la que esté la víctima. Quizá a un niño le produce dolores de tripa y al anciano le causa melancolía. Siempre hay cambios y alteraciones en la conducta y en las pautas de comportamiento. La violencia es inherente al ser humano, no somos “buena gente” como muchas veces nos pensamos y lo que hay que hacer es encarrilar esa violencia hacia aspectos más positivos.

-Se ha dirigido en su charla en Teruel a profesionales de la salud que tienen que abordar estos temas  cuando se enfrentan a una persona que ha sufrido violencia en estas etapas de la vida. ¿La forma de actuar tiene que ser diferente según la edad de la víctima?

-Tiene que ser diferente porque no es lo mismo atender a un niño maltratado que un anciano que tiene un maltrato psicológico o una mujer que está siendo agredida por su marido. No vale una pauta común, ni hay tratamientos homogéneos, hay que ir al caso concreto. A un niño por ejemplo basta con escucharle, tener una empatía buena con él para sacar ese conflicto interno que tiene. A una mujer que está siendo maltratada lo que hay que hacer prioritariamente es protegerla de una situación más violenta o peligrosa. A un anciano, sacarlo del entorno donde no está recibiendo cariño. En cada caso el tratamiento tiene que ser individualizado, lo que no vale son criterios homogéneos. No es lo mismo el medio rural que el urbano, tampoco la etapa de la vida, si es hombre o mujer o las patologías psicológicas asociadas, si hay una base patológica previa. Por eso las medidas son individuales y muy costosas. Ese es el problema. Cuando hablamos de prevención de la violencia, hay que ir con la cartera. No se puede decir buenas palabras pero si no hay inversión económica no conseguimos nada.

-¿Qué medidas son prioritarias a la hora de la prevención de la violencia?

-Educación, educación y educación. El árbol se puede corregir cuando es muy joven. Cuando se ha injertado el virus de la violencia y lo hemos hecho germinar es más difícil. Luego, nos tenemos que plantear la educación que estamos dando a los no tan jóvenes. La sociedad es muy inmadura. No toleramos la frustración, no aguantamos que las cosas vayan mal y esto hay que cambiarlo. La violencia disminuirá en tanto en cuanto seamos más maduros y no tomemos tantas drogas.

-¿Este problema de las drogas va a ser cada vez más importante?

-Sí porque ha habido un cambio en el consumo de sustancias. Los estimulantes, el alcohol, las mezclas, la politoxicomanía que está habiendo son un problema de salud pública. No hay criterios políticos, no hay decisiones claras y cuando las hay no hay presupuesto y si lo hay se producen discrepancias. No puede haber planes nacionales, planes autonómicos y municipales del tratamiento de las drogas. El drogadicto es un enfermo y no está claro si se puede tratar en los servicios públicos de salud. Hay un despelote, hablando mal, que no hay quien se aclare.

-Lo que sí que hay es tolerancia de la sociedad en algunos casos.

-Lo que existe es una hipocresía social total, donde se aplica la ley del embudo. Fomentar la violencia es decir a tu hijo: “Sé agresivo, sé competitivo, tienes que ser el mejor. No te dejes pegar, si lo hacen devuélvela”. Lo que se hace así es decir a un niño en la etapa de crecimiento que tiene que ser despiadado, osado, comerse el mundo, que es tener una ambición desmedida. Esos mensajes que  en principio parecen positivos son demoledores porque crean un estado de permanente lucha, en vez de decir que hay que ser solidario, que no hay que tener ambición. 

-¿Por qué esta sociedad se ve atraída por la violencia, por los sucesos, por ejemplo?

-Y por el morbo. Porque está dentro de nuestra estructura más primaria. Nos atrae porque nos crea un estado de cierta satisfacción y porque al ver la violencia en el otro uno se siente más seguro. Pensamos: “Yo lo veo, por lo tanto soy espectador y no soy actor de ese drama”. Creemos que si el accidente lo tiene otro, el robo le ocurre a otro y a mí no me pasa es porque estoy en otro nivel. Es un mecanismo de defensa que el ser humano utiliza. Nos paramos cuando hay un accidente para ver si hay un cadáver porque de alguna manera estamos diciendo “yo me he salvado”. Triste, absurdo, pero es así.

-¿Qué papel tienen los medios de comunicación en la transmisión de la violencia?

-Un papel muy importante. Se está desmenuzando tanto y facilitando el acceso a las situaciones violentas, que no se da el rigor adecuado. A mí me parece que hay que hablar de todo pero no se puede hablar como se hace en un teledario que es lanzando un flash y no haciendo una reflexión. Dejar que sea la familia quien haga esa reflexión es muy peligroso. Los medios de comunicación hacen que se minusvalore la violencia, porque se ve tanto que nos estamos desensibilizando. Hemos  perdido el miedo a la violencia.

-¿Tiene que haber entonces también un papel divulgativo de los expertos en los medios de comunicación?

-Tiene que ser un papel divulgativo, no lanzar el flash y ya está como se hace sobre todo en la televisión, y menos en la radio y en la prensa escrita. Con los suicidios por ejemplo se dice que no se puede hablar de ellos pero sí que se tendría que hacer reportajes rigurosos sobre este tema, explicar por qué pasa y contar que hay solución antes de llegar a él, de una forma neutral. Si los medios abren la espita, luego hay que hacer un análisis profundo.