Síguenos

Cerezos y su oportunidad

banner click 244 banner 244
F.J.B.

Sergio Blasco Iserte, Sergio Cerezos en los carteles, ha vuelto a hacer el paseíllo este año en Teruel. Y otra vez con toros fuera del sistema, otra vez con encastes que transitan el calvario de su postergación. A ver… las figuras pasan de Pablorromeros, Santacolomas o Atanasios, y le ponen tanto interés a lo Nuñez como yo me intereso por la crianza de la babosa ninja de Borneo. Es así. Pero Cerezos en su humildad se ha anunciado con todos esos encastes proscritos para dar cuenta de ellos en Teruel. De todos. Con mejor o peor suerte. Lo curioso es que nunca se ha echado a la muleta ni un solo Domecq. Eso lo hace “especialista” en matar de todo menos de lo que matan todos. Tiene mérito. Y por cierto, también tiene mérito  haber despachado con estoconazos increíbles a casi todos sus oponentes. Cerezos, hay que decirlo, es un gran matador que ejecuta la suerte suprema con una pureza que sorprende, puesto que ni la entrena ni la prueba en el carretón. Corazón. Eso decía Villalta que había que poner al entrar a matar. Solo corazón.
Pero la cosa va más allá porque si algo se ha visto en esta última feria del Ángel es que Sergio Cerezos comienza a desvelarse como un torero con capacidad al que se le debe dar sitio y oportunidad. Por lo menos en Aragón y por qué no también en Valencia, pues en su escuela taurina militó y allí llegaron sus primero triunfos como novillero. Y también en Méjico, qué leche. En aquellos lares se curtió como torero. Así que es de justicia abrirle las primeras plazas y anunciarlo en según qué ferias. Y ya. De entrada porque esa capacidad está sustentada en un valor sordo fuera de lo común que atrae y emociona. Y no lo dice uno. Lo dicen cronistas de mucha enjundia con firma en periódicos de tirada nacional. Cerezos, en su última actuación en Teruel, se colocó en un sitio al que muchos toreros le hacen ascos por el envite de riesgo extremo que ello conlleva. Ese pitón contrario apuntando al pecho… ese esperar colocado tras el muletazo para ligar cambiando la trayectoria de la embestida sin mover un pelo… Ese transitar del toro sin apenas espacio entre el propio bicho y el cuerpo del torero. Lo hizo él solito. Y salió airoso. Probablemente tanto que me atrevo a decir que esa oreja cortada a los atanasios es la de mayor entidad de todas las que ha cobrado en Teruel. Sin duda. Se jugó la vida sin trampa ni cartón. Por momentos corriendo la mano izquierda como pocas veces lo habíamos visto. Y utilizando el capote con la frescura de lo inspirado, lo inesperado y lo singular.
Y todo teniendo en cuenta cómo funciona la trastienda del toreo. Porque la preparación de un torero va por barrios. En su caso rogando hasta la impertinencia un tentadero, pagando de su propio bolsillo torazos con pitones descomunales que nadie quiere para buscar una mínima preparación que le dé un poquito de sitio. Y para matarlos en la soledad del campo soportando encima la mala educación y la falta de respeto de algún ganadero que encima mira con suficiencia y desprecio humano a su pagador... Y durmiendo durante muchas noches jienenses en un coche esperando una vaca que nunca llega… y hacerlo en el puto suelo por no tener un colchón mejicano en el que descansar… y viviendo tirado en el campo portugués para hacer trabajos agrícolas por una vaca como salario a tanto sudor… Y sufriendo lo indecible para torear en el rincón más remoto de Perú donde una pequeña cornada era antesala de la infección y hasta de la muerte. Ni médicos ni aviones en la Conchimbamba que debe estar por allí… ¡Manda huevos las vueltas que ha dado este tío por torear! ¿Sigo? Cerezos es el ejemplo de entrega a un sueño más evidente que yo conozco. Todo por el toro. Todo. Toro, toro, toro que decía Víctor Mendes. Eso merece puertas abiertas de algunas plazas porque él tiene la llave. Se la da un asombroso e increíble valor y por supuesto su inquebrantable determinación. La belleza, la enjundia y el toreo que lleva en su alma solo se lo dará torear más a menudo. Para ello hay que abrirle puertas. Zaragoza, Calatayud, Calanda, Alcañiz, Valencia… Tanto sacrificio no puede pasar sin una oportunidad.