Nueva escultura de Florencio de Pedro puesta en la pared del edificio multiusos de Lechago. Es un homenaje al baile de la zorra, típico del lugar
Esta semana he sido honrada con el primer premio del VII Certamen literario Amantes de Lechago. Mi ilusión por abrirme un caminito en el mundo de la literatura está empezando a darme unas cuantas satisfacciones.
Pero más allá del reconocimiento (una maravillosa escultura de Florencio de Pedro), la entrega de este premio quedará en mi memoria como un momento inolvidable por otras razones que todos deberíamos conocer. La asociación Amigos de Lechago ha cumplido 25 años y para celebrarlo organizó un acto memorable.
Como cada año, junto a los premios literarios se entregan los premios honoríficos Pairón. En esta ocasión decidieron tirar la casa por la ventana y fueron homenajeadas personas tan ilustres en el panorama cultural aragonés como Luis Alegre, Joaquín Carbonell, David Trueba, Mariano Gistaín, José Luis Campos, Miguel Mena, José Luis Melero y Antón Castro. Ni qué decir tiene que pasar la tarde cerca de algunos de ellos fue un sueño y un verdadero honor.
En las actividades organizadas por esta asociación hubo emoción, alegría, entusiasmo y, sobre todo, cultura. De todos es conocida la lucha incansable de este pequeño pueblo por no desaparecer, por reivindicar lo que les pertenece por derecho propio. Llevan 25 años alzando la voz, haciéndose oír y promocionando la cultura aragonesa.
El de Lechago es el grito de nuestra provincia, la desesperación por el abandono y por un futuro poco claro.
Pero el cariño y la admiración que los galardonados mostraron por este pueblo, me hicieron pensar que las sombras que amenazan a Teruel podrían ser vencidas si todos nos imbuyéramos del espíritu de los lechaguinos.
Somos pocos, sí, pero a lo mejor la batalla no está perdida todavía.
Ojalá en cada uno de nuestros pueblos, despoblados y hastiados por la vorágine del siglo XXI, hubiera personas con la mitad de empeño que esta asociación y sus gentes. Gracias por darnos ejemplo, Lechago.
Un año más, hoy asistiremos a la boda de Isabel de Segura con el señor de Azagra, en contra de su voluntad y del destino soñado junto a su amado, Diego de Marcilla.
Una historia en bucle que nos da identidad como turolenses y una gran proyección turística internacional.
Así que, de entrada, quiero desear a todos los lectores que pasen una feliz recreación medieval.
Yo, como casi todos nosotros, llevo muy dentro el mito de los amantes de Teruel y estoy encantada de que se celebre de este modo. Por eso, mi a...
Como se dice vulgarmente, estoy flipando en colores. Ya he comentado en otras ocasiones que mi relación con las administraciones es bastante a intensa, y que no tengo ninguna pereza a la hora de rellenar formularios, interponer recursos o presentar reclamaciones.
Será por la costumbre que tengo en estas lides, pero no puedo soportar que una administración pública no funcione como es debido. Y eso es precisamente lo que me ha pasado recientemente en dos ocasiones, en las que se me ha hinchado la vena de la frente y he ido a por todas.
Aunque faltan todavía unos meses para las elecciones municipales y autonómicas, y su correspondiente campaña electoral, es evidente que las espadas ya están en alto y todos los aspirantes empiezan a engrandecer sus discursos y a desprestigiar a sus adversarios.
Hace unos días saltó una polémica en Teruel acerca de un rebaje de una acera que termina en una pared en la avenida de Sagunto. Cierto grupo municipal acusó a la alcaldesa personalmente por este despropósito tan absurdo, y se hizo abanderado de la accesibilidad en nuestra ciudad.
Los turolenses no queremos rendirnos ante las adversidades que nos llegan dictadas desde arriba. Pero como cualquier batalla, esta también desgasta. Cuando sacamos a relucir en cualquier conversación los problemas que amenazan nuestra supervivencia, es tangible una sensación de hartazgo e incluso de derrota.
Sin embargo, no son pocas las veces que hemos aprovechado lo más positivo de vivir aquí. Por eso esta semana han sido noticia algunas pequeñas cosas en la capital que me han hecho sonreír satisfecha porque, siendo pequeñas, contribuyen a darle proyección ...
Hace tiempo, demasiado, que intento escribir una novela. Mucha gente me pregunta, quieren leer algo más largo que mis relatos. Y a mí solo se me ocurre contestar que estoy en ello.
El mayor enemigo de un escritor es un verbo: procrastinar. Según la RAE significa "diferir, aplazar", pero esta palabra larga, que cuando la pronuncias parece que estás masticando un puñado de quicos, tiene para mí un significado más vil y traicionero.
Dicen que la procrastinación es una epidemia del siglo XXI. El estrés y la vida acelerada nos llevan a d...
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Esta semana he sido honrada con el primer premio del VII Certamen literario Amantes de Lechago. Mi ilusión por abrirme un caminito en el mundo de la literatura está empezando a darme unas cuantas satisfacciones.
Pero más allá del reconocimiento (una maravillosa escultura de Florencio de Pedro), la entrega de este premio quedará en mi memoria como un momento inolvidable por otras razones que todos deberíamos conocer. La asociación Amigos de Lechago ha cumplido 25 años y para celebrarlo organizó un acto memorable.
Como cada año, junto a los premios literarios se entregan los premios honoríficos Pairón. En esta ocasión decidieron tirar la casa por la ventana y fueron homenajeadas personas tan ilustres en el panorama cultural aragonés como Luis Alegre, Joaquín Carbonell, David Trueba, Mariano Gistaín, José Luis Campos, Miguel Mena, José Luis Melero y Antón Castro. Ni qué decir tiene que pasar la tarde cerca de algunos de ellos fue un sueño y un verdadero honor.
En las actividades organizadas por esta asociación hubo emoción, alegría, entusiasmo y, sobre todo, cultura. De todos es conocida la lucha incansable de este pequeño pueblo por no desaparecer, por reivindicar lo que les pertenece por derecho propio. Llevan 25 años alzando la voz, haciéndose oír y promocionando la cultura aragonesa.
El de Lechago es el grito de nuestra provincia, la desesperación por el abandono y por un futuro poco claro.
Pero el cariño y la admiración que los galardonados mostraron por este pueblo, me hicieron pensar que las sombras que amenazan a Teruel podrían ser vencidas si todos nos imbuyéramos del espíritu de los lechaguinos.
Somos pocos, sí, pero a lo mejor la batalla no está perdida todavía.
Ojalá en cada uno de nuestros pueblos, despoblados y hastiados por la vorágine del siglo XXI, hubiera personas con la mitad de empeño que esta asociación y sus gentes. Gracias por darnos ejemplo, Lechago.
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Aunque faltan todavía unos meses para las elecciones municipales y autonómicas, y su correspondiente campaña electoral, es evidente que las espadas ya están en alto y todos los aspirantes empiezan a engrandecer sus discursos y a desprestigiar a sus adversarios.
Hace unos días saltó una polémica en Teruel acerca de un rebaje de una acera que termina en una pared en la avenida de Sagunto. Cierto grupo municipal acusó a la alcaldesa personalmente por este despropósito tan absurdo, y se hizo abanderado de la accesibilidad en nuestra ciudad.
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