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De Roca, reyes e infantas De Roca, reyes e infantas
Roca Rey

De Roca, reyes e infantas

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F.J.B.

Pues no me despacho esta semana leyendo en no sé cuántos tabloides rosas lo del lío de Roca Rey y la hija de la Infanta. La de sandeces que se están comentando a cuenta del dichoso brindis. Que si noviazgo a la vista, que si el torero es nieto de Miss Universo 1947, que si pertenece a la alta sociedad limeña, que si hijo de un importante empresario… Cuidado porque el diablo viste de Prada. Y que no se me malentienda. Andrés Roca Rey es el único torero del momento que tiene capacidad propia para llenar plazas. Ninguno como él. ¿Su secreto? Trabajo, seriedad y responsabilidad, amén de un valor fuera de lo común y una capacidad ilimitada para responder diariamente a las expectativas del público. Envolver todo ese caudal de dignidad y esfuerzo con tejemanejes rosas, o tener la tentación de tomar atajos peligrosos para hacer del nombre su marca, se me antoja un riesgo que el torero peruano y su entorno debería meditar.
Y es que no le hace maldita la falta verse estampado en las páginas del papel couché. Es verdad que el caramelo puede ser muy tentador. Plazas aún más llenas, protagonismos televisivos, portadas de revistas, entrevistas chic… Pero el precio a pagar es demasiado alto. Que se lo digan a Jesulín de Ubrique cuando de novillero apuntó la sucesión de unas formas llevadas a las plazas nada menos que por Paco Ojeda. Ese hubiera sido el camino certero pero el entorno del torero y el propio diestro eligieron a Currupipi, la finca Ambiciones y el Andreita cómete el pollo. Pasados los años cabe decir que por el camino se quedó una tauromaquia brillante que hizo despertar no pocas pasiones a cambio de llenar su esportón con una fortuna inmensa mezclada, eso sí, entre toneladas de sujetadores y bragas. Hoy mismo aún sigue haciendo uso de ese tirón para llenar Cuenca. Pues vale.
Habrá quien piense que esto es otra cosa, que Victoria Federica es una joven con clase, que el trato sería más a lo Ferrero Rocher con vacaciones en la Riviera maya y escapaditas a Montecarlo… Que nadie se equivoque. Da igual Benidorm o Montecarlo. El diablo viste de Prada y caer en su tentación podría arruinar lo que durante muchos años se ha ido tejiendo. A Andrés Roca Rey no le hacen falta los atajos ni estar en boca de determinados medios y personajes televisivos. Él, con su esfuerzo y su tauromaquia, está consiguiendo poco a poco el respeto de todas las plazas y la admiración de la propia profesión. Probablemente el caminito de la dignidad tenga más curvas y no ande del todo allanado pero el destino final es más noble, solemne y generoso. Seguro. Eso lo sabe bien su admirado Juli. Él cortó de raíz aquellas veleidades que lo hacían objetivo rosa después de emparentar con la familia Domecq. Y que lo compruebe, por el contrario, en la piel de Ortega Cano cuando se dejó en el camino gran parte de su crédito por coquetear con el brillo de ese oropel.  Tengo para mí que la frontera que para Roca Rey hay entre considerarse figurón del toreo o simplemente torero mediático es muy fina. Depende solo de una mala decisión. El problema es que si vas ya no vuelves, que de ese lugar ya no hay posible retorno. A ver lo que decide el torero peruano.