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¡Välkommen grullas! Gallocanta recibe este otoño a las aves con la laguna recuperada ¡Välkommen grullas! Gallocanta recibe este otoño a las aves con la laguna recuperada
La organización de la fiesta de las grullas de Gallocanta dispuso de catalejos pra facilitar el avistamiento de las aves

¡Välkommen grullas! Gallocanta recibe este otoño a las aves con la laguna recuperada

La 21 edición de la fiesta de bienvenida a estas zancudas divulga el patrimonio natural e histórico
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Por Elisa Alegre

El intenso trompeteo anuncia antes del alba que las grullas van a volar hacia los campos para alimentarse. Si colocamos nuestras manos tras las orejas y las dirigimos hacia la laguna, el sonido se amplifica y la magia aparece, antes incluso de que la bandada comience el vuelo. Son las 7 de la mañana y una treintena de personas han acudido a contemplar este espectáculo natural desde la ermita románica de Nuestra Señora del Buen Acuerdo. Asisten este sábado a la 21ª edición de la Fiesta de las grullas, la del Día de la Bienvenida, cuando los polluelos que han nacido en Suecia conocerán por primera vez estas tierras aragonesas, en las que algunos pasarán el invierno mientras otros viajarán a Extremadura. Välkommen amigas suecas, aquí os acogerán el tiempo que queráis, en una laguna que, este otoño sí, tiene agua para protegeros.
A pesar de la rosada que se aprecia en las hierbas junto a la laguna y los 2 grados bajo cero que marca el termómetro del coche, la sensación no es de mucho frío, dicen quienes guían en este espectáculo natural. Son los integrantes de la Asociación Amigos de Gallocanta, que cuentan que este sábado las grullas madrugaron algo más de la cuenta y antes de que el sol saliera del todo por el horizonte, ya habían surcado los cielos para acudir a los campos a comer. José Miguel Pueyo, de la asociación, explica que en torno al mediodía algunos ejemplares volverán a la laguna “para echar una siesta, arreglarse el plumaje” o beber agua en los arroyos de agua dulce que llegan hasta el humedal. Y todos ellos harán su entrada de nuevo cuando se ponga el sol, el siguiente espectáculo del día.
“En la laguna no comen, duermen y se protegen así de los depredadores” como los zorros, porque si quieren entrar en el agua para comérselas chapotean y así el sonido funciona a modo de “alarma” para las aves zancudas, que siempre se quedan en torno a la orilla donde la profundidad es la justa para mojarse las patas pero no las plumas, explica Antonio Torrijo, otro de los amigos de las grullas que guía la visita. Ayer se celebró esta fiesta de bienvenida aunque las primeras aves zancudas, cuenta Torrijo, llegaron para las fiestas del Pilar, cuando comenzó el proceso de migración que lleva a las grullas que viven en Suecia a hacer parada en la laguna antes de viajar a tierras extremeñas donde pasarán el invierno. Aunque algunas se quedan a pasarlo en Gallocanta, adultos y polluelos, que se distinguen porque los primeros tienen la cabeza blanca mientras que las crías la presentan de color marrón. “Aprenden el viaje migratorio de sus padres, y en febrero se separarán de su familia porque los padres vuelven a criar”, añade Torrijo.
La vida en Suecia es muy distinta para las aves zancudas, e incluso su comportamiento y hasta sus sonidos cambian, como tuvo la suerte de contemplar Pilar Edo, vicepresidenta de la asociación, que viajó hace unos meses hasta el país nórdico. “Aunque aquí veamos que están en comunidad, en Suecia están en grupos familiares, los padres y uno o dos polluelos, y son muy territoriales porque en el radio de un kilómetro o dos de una familia no hay otra” apunta, ya que su principal objetivo es “defender a los polluelos”. Así viven hasta el mes de septiembre cuando se produce la concentración para comenzar la migración.

El trompeteo
En el silencio de esta llanura que acoge a la laguna, con un pie en la provincia de Teruel y otro en la de Zaragoza, el trompeteo de las grullas tiene una magia propia. Llama la atención el sonido que emiten, distinto aclaran los expertos, según si es una llamada a otros ejemplares o de alarma, por ejemplo. Hasta 18 sonidos distintos se han catalogado. Ese trompeteo, y el del rumor del agua provocado por su movimiento, es a veces la única pista para poder observar los ejemplares, huidizos ante los ojos curiosos y los objetivos fotográficos que les persiguen. “El sonido es el que nos guía para saber donde están” aclara Pueyo, mientras recoloca el catalejo dispuesto sobre la hierba todavía fría de la rosada para facilitar el avistamiento de los ejemplares, nítidos así para el turista inexperto.
La gente se sorprende cuando le cuentan que la laguna de Gallocanta es endorreica, es decir, que evapora en su superficie toda el agua que la llega por filtración, y es salada por las sales que arrastra en su ascenso a la superficie. Sí le llega agua dulce de manantiales de la zona, en los que beben las grullas y las ánades que pueblan este humedal, que este otoño disfrutan bastante más lleno que la temporada pasada, cuando la sequía dejó al descubierto la costra salina que se esconde habitualmente entre sus aguas. Con diez centímetros de agua, presenta una salinidad siete veces mayor que el Mediterráneo, apunta Torrijo.
De hecho, Pilar Edo recuerda que en los siglos XVI y XVII se llegó a explotar como salina por evaporación. La vegetación está especialmente adaptada a esa salinidad, como explicó por la tarde Eulàlia Picornell, en el Albergue Allucant de Gallocanta. Es autora del artículo Flora singular de la Cuenca de Gallocanta, incluido en el número 46 de la revista Xiloca, que presentó Mercedes Rubio, del Centro de Estudios del Jiloca.
Entre la vegetación más destacada, endemismos propios de esta laguna que tiene la particularidad de estar a 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar, como su especie más emblemática Puccinellia pungens, de distribución muy reducida en España y catalogada en peligro de extinción, o Lythrum flexuosum, de vistosas flores púrpuras, con una población igualmente restringida y adaptada a las condiciones salinas.
Esa vegetación es parte de un paisaje que brilla estos días con esplendor gracias al aspecto de la laguna, con zonas de hasta 50 centímetros de profundidad, como cuenta Pueyo, aunque lejos de los dos metros que podían encontrarse en los años setenta. También ha cambiado la población de grullas en ese tiempo, porque ha crecido mucho gracias a las políticas de conservación y de prohibición de caza de estos ejemplares, así como los acuerdos para que se alimenten en los campos.
Allí pasan el día los ejemplares que recorren esta Ruta Occidental estas fechas, en lo que se conoce como la migración postnupcial. El buen estado de la laguna hace prever que algunas grullas se quedarán aquí el invierno, y compartirán espacio con otras aves, más de 200 especies entre nidificantes, invernantes o de paso, aunque de entre todas destacan las acuáticas y esteparias. Así que aunque reinen las grullas, majestuosas y formando irónicas figuras en el cielo cuando levantan el vuelo o regalando su porte sobre los campos, la variedad es un gran atractivo para los aficionados a la ornitología que aquí encuentran uno de sus paraísos.