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Una mirada desde el siglo XIX que transporta dos milenios atrás en el tiempo Una mirada desde el siglo XIX que transporta dos milenios atrás en el tiempo
La sala de exposiciones de la Escuela de Arte de Teruel se llenó de público para asistir a la inauguración de la muestra sobre acuarela de Bernardino Montañés

Una mirada desde el siglo XIX que transporta dos milenios atrás en el tiempo

Ibercaja expone en la Escuela de Arte de Teruel ‘Álbum de Pompeya de Bernardino Montañés’
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Pompeya, situada junto a la moderna Nápoles, fue una bulliciosa ciudad romana que contaba con 15.000 personas cuando una violenta erupción del Vesubio, en el 79 de nuestra era, la destruyó junto a Herculano y una vasta extensión de terreno de unos 18 kilómetros a la redonda. Las peculiares características de la catástrofe hicieron que muchas de las casas, los cadáveres y los utensilios quedaran cubiertos de ceniza y piedra, y se conservaran casi intactos hasta 1748. 

En ese año el zaragozano Roque Joaquín de Alcubierre, ingeniero militar destinado en Nápoles que también descubrió las ruinas vecinas de Herculano, comenzó a excavarla. Su hallazgo revolucionó el concepto tradicional de la arqueología, que hasta entonces solo se interesaba por extraer piezas lo más enteras y valiosas posible de los yacimientos. En Pompeya, sin embargo, se descubrió una ciudad romana tal y como fue en su día, un escenario real que aportó conocimientos históricos hasta entonces insospechados.

El hallazgo provocó un enorme peregrinaje de científicos, historiadores y también de pintores, que más allá de unos valores artísticos que reconocemos mejor hoy en día, buscaban recoger un testimonio gráfico del tesoro arqueológico para que pudiera darse a conocer por todo el mundo y sirviera, también, como fuente documental para investigadores desde otros puntos del planeta.

Uno de estos pintores fue otro zaragozano, entonces todavía joven aprendiz de 24 años pero con un brillante futuro. En 1849 Bernardino Montañés, 101 años después de que su paisano pisara Pompeya, se desplazó hasta el yacimiento aprovechando una estancia en la capital italiana como artista pensionado en la Escuela de Roma. Realizó numerosos dibujos, anotaciones y, en especial, acuarelas, que recogió en un formidable álbum como testimonio arqueológico de los restos encontrados. Columnas, frisos, edificios, bustos, muros, elementos de bronce o de hierro, portadas, pinturas, calles... todo fue objeto de la minuciosa reproducción de Montañés, en la que primó la fidelidad, para confeccionar una serie que posteriormente serviría a los especialistas arqueólogos e historiadores del arte para realizar sus análisis sobre las ruinas pompeyanas. 

Ese tesoro arqueológico y también artístico es el que recoge la exposición Álbum de Pompeya de Bernardino Montañés, propiedad de la Fundación Ibercaja, que después de haber podido disfrutarse en el Museo Diocesano de Barcelona o en Guadalajara, para conmemorar el 25 aniversario de la apertura del primer centro de Ibercaja en esa ciudad, visita la Escuela de Arte de Teruel, donde permanecerá hasta el 1 de febrero. Será la primera vez que la muestra pueda verse en Aragón, ya que aunque los fondos se conservan en la sede de Ibercaja en Zaragoza, nunca hasta ahora han podido verse en la capital del Ebro o en Huesca, donde viajarán, eso sí, una vez que termine su ciclo en Teruel el 1 de febrero. La exposición puede visitarse gratuitamente en el horario habitual de la sala, de lunes a viernes entre las 17 y las 19 horas. 

El recorrido de Montañés se desgrana a través de 71 láminas que el propio artista seleccionó de entre sus trabajos realizados del natural y de copia de otros autores sobre Pompeya, y que regaló a su maestro Federico Madrazo, encuadernadas y tituladas Álbum de Pompeya por él mismo. 

La exposición temporal, que se enmarca dentro de la política de exhibición del patrimonio artístico de la Fundación Ibercaja, se desarrolla en orden cronológico de realización por el artista, tal y como figuraban ordenadas en el álbum original. Cada lámina se acompaña por explicaciones que aproximan al espectador al espíritu con el que fueron realizadas por el pintor, embebidas además de esa vocación divulgativa que rezuma este trabajo, y otros muchos, de Bernardino Montañés.

Inés González, jefa del Área de Desarrollo de las Personas y de Cultura de Fundación Ibercaja, aseguró que la muestra “permite desandar 20 siglos y ver el yacimiento de Pompeya tal y como estaba en el año 79 d. C., y tal y como se lo encontraron los arqueólogos del siglo XIX”.  

Cualquiera que conozca la Pompeya actual reconocerá en la obra del zaragozano algunos de los detalles más característicos del yacimiento, como la Casa del Fauno, un detalle de la propia escultura del Fauno o de Apolo, o la Calle de los Sepulcros, muchas de ellas con una vívida policromía que en algunos casos probablemente superaría a la de los propios restos arqueológicos. También pueden verse panorámicas con el Vesubio dominando el horizonte e incluso una vista general de las ruinas del templo de Júpiter con unos niños contemporáneos al pintor, copiado en este caso del original realizado por el pintor cántabro Francisco Sáinz, que fue compañero de pensionado en Italia de Montañés.

La muestra se completa con otras tres láminas, las últimas de la colección, en las que se recogen varias piezas de arte sacro de los Museos Vaticanos, a las que Bernardino Montañés se sentía especialmente vinculado. 

Centros escolares

Durante la apertura oficial de la exposición que tuvo lugar este miércoles, la alcaldesa de Teruel, Emma Buj, aseguró que la ciudad “se vuelca con la cultura” y que en ello tiene mucho que ver la Fundación Ibercaja y la Escuela de Arte de Teruel.

En el acto estuvo acompañada por José Luis Rodrigo Escrig, director general de Fundación Ibercaja; además de Inés González Tejedor y José Luis Torán, director del Centro Ibercaja de Teruel. Rodrigo Escrig reiteró su compromiso por “seguir poniendo en valor el patrimonio artístico y cultural aragonés y ponerlo al servicio de todos los aragoneses y turolenses”, y recomendó la visita a una muestra “que viene precedida por el éxito que tuvo en el Museo Diocesano de Barcelona y en Guadalajara, donde más de 4.000 personas la vieron”. 

El director de la Fundación Ibercaja recomendó especialmente la visita “a los centros escolares de Teruel”, tanto por su valor artístico como documental. 

Autor aragonés

A Bernardino Montañés le ocurre lo contrario que a muchos de los artistas rescatados del olvido, que vivieron en el ostracismo y saltaron a la fama tras su muerte. Seguramente hoy no goza del reconocimiento que merece, pero Montañés fue muy apreciado y solicitado por la sociedad zaragozana del siglo XIX.  A su regreso de Roma fue profesor en la Escuela de Bellas Artes de Madrid hasta que en 1859 regresó a su Zaragoza natal como profesor y secretario de su Escuela de Bellas Artes. También desempeñó una importante labor como conservador del Museo Provincial. Dejó una abundante obra artística, sobre todo especializada en el género religioso. En este ámbito destaca por su carácter monumental la decoración de la cúpula central de la Basílica del Pilar, donde realizó entre 1870 y 1872 los bocetos de las pechinas y de seis de los plafones, contando para su ejecución pictórica con la colaboración de otros pintores aragoneses. Murió en 1893, muy respetado y querido por su probada profesionalidad en todas las actividades que desempeñó. Su estilo suele considerarse ecléctico, al combinar las corrientes del neoclasicismo con el rococó.