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Tomé Alfonso, el director gerente de Motorland, dejará su puesto a finales de junio. Existe una ley en Aragón de medidas de racionalización del régimen retributivo y clasificación profesional del personal directivo en el sector público, que entró en vigor en el primer trimestre de este año, que dice que para este tipo de puestos hay un máximo salarial de 64.102 euros al año, lo mismo que un director general.

Alfonso estaba cobrando el doble, con una serie de ingresos adicionales por objetivos.

¿Era mucho dinero lo que cobraba el director gerente de Motorland? Pues depende.

Si analizamos su trayectoria profesional, desde luego que no.

Tomé Alfonso se hizo cargo del circuito de Alcañiz en 2008 y en nueve años ha colocado al trazado bajoaragonés en la élite internacional.

En 2010, con un circuito todavía en pañales, tuvo que afrontar el reto de organizar en apenas tres meses un Gran Premio de Moto GP porque Hungría no iba a llegar a tiempo a la cita. Y fue elegido el mejor Gran Premio de la temporada, galardón que ha recibido en otras dos ocasiones desde entonces.

Pero no es ese su único mérito. Los días de ocupación del circuito, la valoración que hacen los usuarios o el prestigio de Motorland son incuestionables y el principal métito hay que buscarlo en Tomé Alfonso y en el equipo que ha creado a su alrededor.

Ahora, el Consejo de Administración debe elegir a un nuevo gerente, que se va a ‘comer el marrón’ de, como mínimo, mantener el nivel alcanzado hasta ahora.

Está muy bien que las administraciones racionalicen el gasto y eviten el descontrol que había antes, pero eso no quita para que se intente poner en puestos clave a gente competente, que desarrollle los proyectos y cumpla los objetivos. Y eso, nos guste o no, hay que pagarlo.

¿Cuanto cobra un mando intermedio de una empresa privada? ¿Cuanto debe cobrar un gerente de una instalación del prestigio de Motorland? Y otra pregunta: ¿Cuantos directores generales del Gobierno de Aragón son prescindibles?

Yo, lo tengo claro. El talento se paga. Y si no se paga, pues se acaba marchando y otros lo aprovechan.