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Junticos y de la mano

Qué bonico suena y sabe Aragón en las tonadas de La Ronda de Boltaña o, si se quiere, en el quejido y bravo lamento de La Bullonera. Qué romántico y evocador resulta en las letras de la jota, la purista o la más moderna, qué majico aparece todo en estas músicas, tan nuestras, y que tanto suenan por los días de San Jorge, ese patrón aragonés cuya proyección nacional siempre se verá ensombrecida por la consabida costumbre catalana del libro y la rosa, que siempre abre los telediarios del 23 de abril. Qué majico todo, ¿verdad?. Lo malo de las canciones es que se inspiran en sentimientos y escasamente en los problemas. Será porque los primeros llegan más al alma que los segundos. Gusta oír eso de las alcobas azotadas por el viento del invierno, la nostalgia de la primavera en unas calles sin niños o la ausencia de los padres que quedaron en el pueblo...uno ve Aragón entero en esas letras. ¿Entero?, no, qué va. Precisamente es en ese Aragón diferente donde más gustan esas canciones, tal vez por una extraño remordimiento al haber escapado indemne de un paisaje sin futuro. Hay un Aragón que en San Jorge se da el regusto de añorar un tiempo pasado, pero que vive en un confort muy de ahora, y hay otro Aragón que no está para poesía. El Aragón de las ambulancias medicalizadas que recorren kilómetros y kilómetros hasta un hospital, el que no deja vivir en el lugar de nacimiento o el que obliga a cursar estudios en un centro público deterioradado porque la concertada no es de ese mundo. Este Aragón aboga más por las canciones con menos rimas y más pendencia. Ese Aragón está más por recuperar proclamas con las que comulgaron muchos jóvenes de su tiempo y que hablaban unión social para conseguir una tierra donde la felicidad no estuviera tan mal repartida. Así las cosas le pido al Señor San Jorge que vaya más allá de la flor, el libro o las canciones, y luche por conseguir que los aragoneses a los que da bandera, sean capaces de ir junticos, de la mano, a solucionar la vida de los menos favorecidos.