Síguenos
Los graves efectos de la sequía: Poco menos de 500 grullas han pasado por Gallocanta frente a las más de 12.600 registradas el año pasado Los graves efectos de la sequía: Poco menos de 500 grullas han pasado por Gallocanta frente a las más de 12.600 registradas el año pasado
La educadora ambiental Carmen Alijarde explica en la mañana del domingo algunos aspectos sobre la laguna de Gallocanta, completamente seca a sus espaldas, con el municipio del mismo nombre al fondo

Los graves efectos de la sequía: Poco menos de 500 grullas han pasado por Gallocanta frente a las más de 12.600 registradas el año pasado

El humedal se ha secado por completo y las aves no tienen dónde invernar
banner click 244 banner 244
banner click 236 banner 236

Las grullas están pasando de largo este otoño por la laguna de Gallocanta debido a que el humedal se encuentra completamente seco y no tiene agua, solo sal. La semana pasada se llegó a un mínimo récord con un censo de solo 481 ejemplares avistados, cuando en estas mismas fechas otros años se han llegado a contabilizar cerca de 20.000. Al retraso con que ha llegado el otoño se suma ahora la sequía, que ha convertido Gallocanta en un hábitat imposible para estas aves, que invernaban en la laguna al sentirse protegidas de los depredadores por el agua. Sin ella, siguen ruta hacia otros humedales tras pasar apenas una o dos noches. A pesar de ello, los aficionados siguen acudiendo al humedal que se encuentra entre las provincias de Teruel y Zaragoza para disfrutar de estas fascinantes zancudas.

Son pasadas las diez de la mañana y al Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta, en la carretera que une Tornos y Bello, han llegado ya las primeras personas que van a participar en las rutas guiadas que ofrecen las educadoras medioambientales durante los fines de semana. Lo cierto es que a pesar de la sequía y del estado que presenta el humedal sigue acudiendo gente, y eso que cuando llaman por teléfono para reservar, las guías les advierten de que no hay agua y que se ven pocas grullas.

No parece importar eso mucho a la gente que acude a Gallocanta para saber más sobre estas aves zancudas procedentes del norte de Europa, que cada año hacen un viaje de 3.000 kilómetros de ida y otro tanto de vuelta para escapar de la nieve en sus países de origen.

Marta es de Madrid y ayer viajó de propio con unos amigos y familiares para ver las grullas. “Estoy loca por las grullas, las veo cruzar por el cielo y me llaman mucho la atención”, comenta durante el recorrido guiado por el humedal. A pesar de poder ver muy pocas grullas, y desde muy lejos, está encantada de la experiencia y dice que regresará otro año cuando haya agua.

Lo mismo asegura Fran, de Zaragoza, que ayer era la primera vez que viajaba a Gallocanta a ver las grullas junto con su familia, y todos se quedaron con las mismas ganas de regresar cuando termine la sequía y esta Reserva Natural vuelva a ser el humedal que atrae a gente de toda Europa por la invernada de estas aves zancudas.

“Este año hay más gente que grullas”, comenta Carmen Alijarde, una de las educadoras ambientales encargada de las rutas guiadas que se hacen dentro de los programas educativos del Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, y que desarrolla la empresa pública Sarga.

Su compañera Carmina Franco asegura que la migración de las grullas se ha retrasado mucho este año debido a que las temperaturas también han sido más altas de lo normal en sus países de origen, y buena parte de las aves que anidan en el norte de Europa no han salido todavía de allí.

Pero a eso se suma que cuando llegan a Gallocanta, al ver que no hay agua, siguen camino hacia Extremadura en busca de un humedal donde poder pasar el invierno.

Ausencia de precipitaciones

La ausencia de precipitaciones ha dejado la laguna completamente seca. Hasta el viernes se apreciaba una capa blanca por la sal en donde antes había agua, pero el sábado llovió un poco y ayer presentaba una tonalidad grisácea.

Franco aclara que al ser una laguna cíclica, es tan natural verla inundada como seca, lo extraño es que no tenga agua en esta época del año. “No recordamos que esta laguna haya estado tan seca a estas alturas del otoño, puesto que blanca la hemos conocido en los peores agostos”, comenta la educadora ambiental, que echa mano de su móvil para mostrar una fotografía satélite de los últimos días que le ha facilitado la Asociación de Amigos de la Laguna de Gallocanta. En ella se aprecia todo el vaso del humedal como una inmensa costra de color blanco a consecuencia de la sal.

El inicio de temporada todos los años es en octubre, pero este otoño no hay censo de ese mes porque tampoco llegaron las grullas hasta que comenzó noviembre. Es algo atípico y se debe a que las temperaturas han sido muy cálidas para esta época del año retrasando el otoño.

Franco argumenta que a día de ayer había censadas todavía 36.300 grullas en la laguna Du Der Chantecop, en el norte de Francia, cuando otros otoños habían bajado ya a Gallocanta. “Hay muchas que se encuentran todavía en el norte”, precisa. 

A principios de mes se censaron en el humedal aragonés 5.032 grullas, que descendieron a 1.903 una semana después para experimentar un ligero incremento a mediados de noviembre con 2.807 ejemplares censados. En cambio, el pasado jueves, día 23, el censo arrojó solo 481.

“Están ocurriendo dos cosas, que las grullas están bajando más tarde del norte, y que cuando han llegado a Gallocanta y no haber agua siguen su migración porque las matan las zorras por la noche, se estresan mucho y continúan viaje a otro humedal”, explica la educadora ambiental del centro de interpretación.

Al no haber agua por la sequía, las grullas seguirán pasando de largo y no se espera que haya invernada este año en Gallocanta. Alijarde comenta que las aves se están quedando una noche, o como mucho dos, para levantar a continuación el vuelo.

Por costumbre se posan en el humedal a pesar de estar seco, o buscan alguna laguna más pequeña como la de Carabejas en Torralba de los Sisones, donde todavía hay algo de agua, pero ayer ni siquiera se veían allí. El grupo más numeroso estaba agrupado cerca de la localidad de Gallocanta y a lo largo de toda la mañana se podía ver cómo muchos grupos intentaban levantar el vuelo buscando corrientes de aire caliente para continuar su migración al no ser apta la laguna aragonesa para su invernada.

El agua resulta vital para estas zancudas puesto que les ayuda a protegerse de los depredadores, ya que es en el interior de la laguna donde pernoctan. Por eso están cambiando su rutina y aunque llegan a Gallocanta, continúan el viaje a causa de la sequía al ver que las condiciones no son adecuadas para quedarse.

El año pasado se empezó a notar ya un retraso en la llegada de las zancudas por ser las temperaturas también más cálidas, aunque para estas fechas había alrededor de 13.000 grullas. Fue en la primera quincena de diciembre cuando se estabilizó al alcanzarse una cifra media en torno a las 30.000.

A pesar de que se está retrasando este año la llegada de las grullas y de que permanecen muy poco tiempo al no haber agua, a causa de la que se considera ya como la mayor sequía de la historia de la laguna, visitantes no están faltando. Franco asegura al respecto que están “muy contentos” porque están trabajando mucho con los colegios y las rutas guiadas no dejan de tener gente todos los fines de semana. “Las visitas se han resentido muy poco a pesar de que informamos de la situación a la gente, pero ellos quieren pasar un día en el campo”, comenta la educadora ambiental.

A eso se suma que los recorridos no han perdido atractivo por el interés que le ponen las guías, que ante la escasez de zancudas que se pueden ver este año, explican otros aspectos de un humedal que es de referencia en Europa.