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Sábado de noviembre Sábado de noviembre

Sábado de noviembre

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Juanjo Francisco

Un sábado de noviembre en la ciudad de Teruel en el año 2017 es algo que nada tiene que ver con lo que fue un día similar, digamos que hace diez o quince años, por ejemplo.
Como lluvia fina y dispersa, a pesar de que algunos comercios mantienen firme su apuesta por cerrar el sábado por la tarde, los turistas, que cantan un rato, invaden el centro histórico móvil en mano para fotografiar a diestro y siniestro, aunque sea el ambiente de una boda vespertina en El Salvador. Invaden el centro y ocupan cafeterías, compran jamón y dulces y hacen planes para la mañana del domingo.
Así va la vida ahora aquí, en esta ciudad recóndita que ya está saliendo del atolladero económico que tanto ha durado. Se nota que está saliendo porque estos sábados de noviembre atestiguan que la gente parece que ha recuperado un poco la alegría. Y no hace falta que los turistas se topen con personajes modernistas y escenificaciones de entonces para hacer más agradable su estancia, que también ayuda no obstante.
No descubro nada porque ya lo han dicho otros muchos pero en Teruel, desde ya unos cuantos años, la proliferación de convocatorias de tipo cultural, lúdico y comercial suponen un auténtico reto. No parece proporcional semejante actividad al volumen de población pero, qué rayos, por propuestas que no sea.
Hay muchos nombres y protagonistas que son responsables de que la ciudad, por momentos, viva en un auténtico carrusel de ánimo vital, de demostraciones de empuje social y cultural. Gracias a estos hombres y mujeres, y también a la iniciativa empresarial de la mayoría, nadie pensaría durante un paseo distendido en un sábado de noviembre que esta ciudad mantiene un pulso fiero con su futuro.
Por lo pronto y para lo que pueda suponer a medio plazo, Teruel recupera paso a pasito su lugar en el circuito de lugares sugerentes y, aunque sin cifras que sustenten teorías, creo que eso que llaman turismo de interior se ha fijado en este lugar, un sitio que hace diez o quince años, en un sábado de noviembre, solo se respiraba frío aburrimiento.