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Daniel Vera presenta ‘Bienvenidos a Viceland’, una fábrica de personas objeto Daniel Vera presenta ‘Bienvenidos a Viceland’, una fábrica de personas objeto
Vera finaliza con este proyecto sus estudios de Bellas Artes en el Campus de Teruel, aunque ahora continua estudiando Ilustración en la Escuela de Artes de la capital. D.S.

Daniel Vera presenta ‘Bienvenidos a Viceland’, una fábrica de personas objeto

La muestra aborda la influencia de la publicidad y estará en Bellas Artes hasta el 13 de diciembre
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El consumismo y la influencia en las personas de la publicidad en los medios de comunicación, protagonizan la exposición de Daniel Vera, Bienvenidos a Viceland. Tras investigar acciones de conducta, el artista muestra un espejo de lo que sería la disposición de la sociedad actual. En su presentación, Vera define Viceland como “una recreación satírica de las estrategias publicitarias de nuestra sociedad de consumo, enfatizando el problema social de las adicciones conductales”.

Para recrear esa idea, la exposición muestra una serie de piezas que compondrían, según indica Vera, “una fábrica de personas objeto bajo la falsa empresa de Viceland”. Sin embargo, nada de esto existe si no nos subimos a una báscula que destaca en el centro de la sala con la frase ¿Cuánto pesas?. Esta es la que mantiene la relación individuo ante esta sociedad, “porque tú no te pesas por tu peso, sino por la sociedad que te juzga con esos valores. Lo que pesan son las acciones”, explica el artista.

Si te subes a la báscula entras en el juego, todo se ilumina, pero si te bajas, todo se apaga, “tú sigues con tu vida, reflexionando sobre el espectáculo de sociedad en la que vivimos”, continúa. Imaginemos que queremos participar, vamos a entrar en este juego de prejuicios, subamos a la báscula

La fábrica de personas objeto

La fábrica de personas objeto arranca en el salón de una casa repleta de suciedad, de bolsas de comida basura y de latas de bebidas azucaradas. En la televisión aparece una entrevista a Donald Truth, subtitulada por Vera, en la que el presidente de los Estados Unidos lanza un mensaje para “hacer América grande otra vez fomentando la comida basura”. A mitad de la entrevista el vídeo se corta y aparece un anuncio publicitario de un gimnasio de Viceland. 

Aquí comienza la farsa que lleva al individuo hasta las instalaciones del gimnasio, que sería la segunda de las piezas de la muestra. Como si de la serie Black Mirror se tratara, aparece una bicicleta estática con una pesas en el suelo frente a un espejo. Colgando del manillar, unos cascos retransmiten Viceland FM, una emisora que fomenta al individuo a seguir pedaleando para conseguir su objetivo, “sigue pedaleando”, reiteran los auriculares. Su audio ya te da pistas de cómo va a continuar el camino por Viceland. Te dicen que no hagas caso a la letra pequeña, “mira solo la letra grande”, continúan.

Esta referencia, detalla Vera, es porque en el gran letrero de Viceland que invade la pared, se puede ver un “pequeño papelito” con las condiciones de uso y avisos legales de la empresa. En este, como si de la vida misma se tratara, advierten que no se responsabilizan de las adicciones que puede generar su publicidad y te agradece que formes parte de Viceland.

Tras salir de casa y haber trabajado su cuerpo en el gimnasio, ahora el individuo “ya se ha convertido en una persona objeto”, señala el artista. Llegaríamos entonces a la siguiente pieza de este puzle, las redes sociales. Para presentarlo, Vera expone en la pared dos grandes imágenes que se corresponderían a dos usuarios de Instagram. “Ahora en las redes sociales también nosotros decidimos qué ofrecemos al público y qué no, igual que hace la publicidad”, subraya el artista. 

De nuevo aquí aparece la letra pequeña, igual que en la publicidad. Quieren vender algo, pero por debajo aparece mucha letra pequeña que ni siquiera tenemos tiempo de leer, no sabemos lo que pone. “Realmente te están engañando, están jugando con tu percepción, las personas también hacemos eso”, dice Vera. Además, continúa, de nuevo igual que en la publicidad, “las personas venden el erotismo en las fotografías de sus redes sociales para tener más aceptación social”. 

“Te vendes al público como si fueras un objeto, dependes del valor que te dan los demás”, reitera. Aquí llega la última parte de la fábrica, la revista BioShop, un catálogo de personas con precio, que varía según su adicción. “Si eres un adicto al móvil, por ejemplo, vales menos que si eres un adicto al trabajo, es como la distopía total”, detalla Vera.

El autor

Daniel Vera presenta este proyecto como Trabajo de Fin de Grado en Bellas Artes de Teruel. Actualmente estudia ilustración en la Escuela de Artes de la capital y ha sido colaborador del Diario de las Bellas Artes. Se considera más artista dibujante, aunque le gusta trabajar de todo. Él se define como artista multidisciplinar.

Comenzó su camino en el mundo del arte realizando grafitis, de ahí pasó a estudiar el Grado de Bellas Artes en Teruel, y ahí fue donde descubrió el encanto del espacio. Vera, además, quiere educar y comunicar el arte para que se valore más en la sociedad. 

Este proyecto surgió en noviembre del año pasado, y desde entonces, Vera ha estado trabajando e investigando para conseguir el resultado final. Para su montaje, ha contado con la ayuda de músicos, ingenieros y fotógrafos y le ha llevado dos semanas de preparación. Sin embargo, el resultado final merece la pena y desde hace unos días ya puede verse en el edificio que acoge Bellas Artes hasta el miércoles 13 de diciembre.

Daniel Vera dirige este trabajo especialmente a la generación milenial y posteriores, “ya que son quienes principalmente padecen y producen las adicciones que se presentan en Viceland”, escribe en su hoja de sala el artista.

“El espectáculo ha superado a la realidad repercutiendo en nuestras vidas, las grandes empresas venden ideales ficticios que se instauran como metas para las personas, el descontrol de las acciones para imitar este ideal llegan a determinar nuestras conductas. Gracias a estos ideales se dignifica la palabra narcisismo, se ha sustituido la integración social real por su representación en la red, donde se trafica con nuestras identidades y vendemos nuestros datos a grandes empresas”, continúa el texto. 

“Hoy somos mercancías de mercancías, esclavos de la publicidad hasta convertirnos en ella, modificando la percepción de nosotros mismos en el plano digital. Mostrar nuestra intimidad no se percibe como peligroso, la sociedad nos invita a que construyamos nuestra propia seducción y la ofrezcamos como una mera imagen que cualquiera puede consumir. El espectáculo continua provocando que seamos esclavos del momento presente y la representación posterior que hacemos de ello”, concluye.