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Amores de Facebook Amores de Facebook

Amores de Facebook

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Cruz Aguilar

Las redes sociales permiten a muchos vivir vidas irreales, inventarlas y pasar más tiempo generando amigos y enemigos -que también los hay– dentro de la pantalla que fuera. Se trata de vidas que muchas veces son inventadas, porque el usuario adquiere una personalidad diferente a la suya, que por supuesto le agrada más y que es la que le gustaría tener en realidad.

Por otro lado están los que viven su vida real, en la calle y con amigos de carne y hueso, pero lo hacen para colgarlo en las redes sociales. No son felices bebiendo una caña con un amigo, son felices cuando cuelgan la foto echando la caña  y obtienen decenas de “Me gusta”. De ellos, que son muchos, sabes a la perfección todos los detalles de su vida: viajes, comidas, paseos, con quién han estado...

Los que más graciosos me resultan son los amores de Facebook. Parejas que se dan los buenos días a través de la red, que se comentan cómo les va el trabajo, lo que van a comer y se despiden, si no están juntos –doy por hecho que no lo están, porque si no sería ya de psicólogo– antes de irse a la cama. Parejas que a cada actualización del estado del amado le ponen un “Me gusta” o le hacen un comentario agradable, no sé si porque no se lo pueden decir a la cara o porque lo que quieren no es que sepa que le gusta la foto o la actividad en cuestión, sino que todo el mundo sepa que le apoya en cielo, tierra, red y aire.

El otro día me hablaban de una persona que había dejado de lado a sus amigos reales para volcarse en los cibernéticos. Apenas invitó a nadie a su boda porque perseguía intimidad, pero colgó varios centenares de fotos de su viaje de novios, en diferentes posturas y en todos los lugares recorridos.

Es habitual ver a la gente echando un café sin hablarse, mirando el móvil. Estamos perdiendo el contacto entre nosotros, nos falta decirnos cosas a la cara más allá de los “Me gusta” del Facebook. Como sigamos así llegará un día que nos abriremos la cerveza en casa, colgaremos la foto en el caralibro y brindaremos con nuestros amigos cibernéticos porque reales no nos quedarán.