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Antón Castro y Eduardo Viñuales proponen excursiones al Aragón mágico Antón Castro y Eduardo Viñuales proponen excursiones al Aragón mágico
Antón Castro en el peñasco donde se erige el castillo de Alcaine. Eduardo Viñuales

Antón Castro y Eduardo Viñuales proponen excursiones al Aragón mágico

El escritor y el fotógrafo firman un libro que combina mitos y turismo por el territorio
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Castillos con fantasma, fantasmas sin castillo, lagos, tesoros, dragones y damas misteriosas. Son las excusas que proponen Antón Castro y Eduardo Viñuales en Excursiones a lugares mágicos (Súa), una obra a caballo entre la guía práctica y el libro de viajes, bella y profusamente ilustrado, en el que se proponen 30 rutas por otros treinta parajes de las tres provincias aragonesas, cada uno de los cuales lleva aparejado una leyenda, misterio o particularidad tradicional que se ha transmitido de padres a hijos y que forman, en conjunto, una excusa tan buena como cualquier otra para conocer en profundidad nuestra Comunidad Autónoma. 

El viaje transita por las tres provincias, desde la erosionada torre del Belchite viejo hasta la Piedra del Sapo de Alcalá de la Selva, pasando por las rocas sexuales de los Monegros, el gigante de Arguís o la Basa de la Mora del valle de Chistau, donde es fácil conversar con un sarrio.

Antón Castro y Eduardo Viñuales son dos cicerones de lujo; el primero, escritor y periodista, Premio Nacional de Periodismo Cultural 2013 y profundo amante y conocedor de Aragón, a pesar de ser gallego de nacimiento. En Excursiones a lugares mágicos escapa a su registro habitual, mucho más lírico y literario, y combina una prosa ágil para describir las rutas y sus detalles con otra más sugerente para narrar las leyendas que protege cada rincón, tamizadas por su forma de ver el mundo y de transimitirlo. 

El otro, Eduardo Viñuales, es escritor, naturalista, y excepcional fotógrafo cuyas imágenes han ilustrado numerosos libros y revistas sobre turismo, naturaleza y cultura en Aragón. Sus imágenes son un gran complemento a los textos, ofreciendo lecturas muy personales que incitan a descubrir los lugares y enriquecen la memoria de quien los ha visitado. 

La publicación se articula en torno a 30 lugares con sus respectivas leyendas. Las nueve primeras transitan por Zaragoza, las trece siguientes por Huesca y el Pirineo, y cierra la obra con ocho capítulos dedicados a la provincia de Teruel. 

Teruel

Los capítulos dedicados a la provincia de Teruel comienzan con un repaso por la laguna de Gallocanta, un tesoro para las grullas, jalonado de cruceros y peirones y tierra abonada, además, para las historias de brujas y demonios. También se detiene en la Fuente del Hierro y la comarca Sierra de Albarracín, para hablar del dragón de Bronchales, pícaro y goloso capaz de narcotizar a las mujeres para beber de sus senos la leche, tomando la precaución de ofrecer el extremo de su reptílea cola al bebé de turno, para evitar que su llanto pusiera en guardia a los pastores. 

De las docenas de historias que se datan en Albarracín, Castro y Viñuales toman la de Doña Blanca, cuya torre protege el misterio de una leyenda oscura e imprecisa, y quizá por ello todavía más hermosa.

Tampoco falta la capital turolense en el imaginario legendario que repasa el libro, como ciudad del amor y como emplazamiento de historias tan conocidas como la de los Amantes, o tan desconocidas –fuera de Teruel– como las de Omar y Abdalá, constructores de las torres mudéjares de San Martín y San Salvador. 

Especialmente bellas son las fotografías de la Cueva del Tesoro de Alcaine, localidad enclavada en el roquedal que se ilumina bajo el objetivo de Eduardo Viñuales y la pluma de Castro, a lo largo de un paseo por el abrigo de la Cañada Marco. 

Sobre plantas mágicas y afrodisíacas se habla a propósito de Alcalá de la Selva y su piedra del Sapo, cuyo tacto, se dice, proporciona vigor y juventud para las correrías de día y, sobre todo, las de noche. 

Los autores también penetran en el paraíso solitario del barrio de la Estrella de Mosqueruela, donde Martín y Sinforosa siguen guardando la tierra de sus abuelos, y tampoco podía faltar uno de los rincones más místicos y sugerentes de la provincia, Mirambel y la comarca del Maestrazgo, territorio abrupto y áspero que impresionó a Pío Baroja hasta el punto de inmortalizarlo en La venta de Mirambel

Cada leyenda, cada lugar y cada rincón cuenta con una ruta caminando, perfectamente descrita y cartografiada, además de detalles folclóricos, etnográficos o gastronomicos para disfrutar todavía más de cada visita. Porque leer el libro y sentir deseos irrefrenables de hacer la maleta es todo uno.