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Cargar con la mochila

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Cruz Aguilar

Este 8 de marzo será uno de los más reivindicativos. Las mujeres nos hemos levantado en pie de guerra –más bien en guerrillas diferentes podríamos decir– y queremos que esa igualdad que presume el papel se plasme también en nuestro día a día. Que nadie piense que el 9 de marzo el mundo será de otra manera y que en las casas el hombre asumirá sus obligaciones de organización familiar, cuidado de niños y demás. Eso es algo a largo plazo pero que hay que empezar cuanto antes. 
Una de las reivindicaciones es en materia laboral, porque las mujeres ocupamos menos puestos de responsabilidad, los jefes de momento son ellos. Y hay grandes diferencias entre los salarios de hombres y mujeres. No, no es que una mujer cobre menos que su compañero por el mismo trabajo así desde el primer día, lo que pasa es que el hombre tiene, en muchos casos, unos complementos a los que la mujer no accede por diversas cuestiones que desde luego no tienen que ver con su capacidad.
Yo iría más allá y pasaría al porqué. La cuestión está en que es la mujer la que se ocupa del cuidado de personas dependientes; ella es la que, a veces por deseo propio y otras porque es el rol que le ha impuesto la sociedad, atiende a los hijos de la pareja cuando nacen y a los mayores cuando requieren cuidados. Todo esto es una generalización y es lo que yo veo que pasa en la mayor parte de los casos que me rodean, no es que ocurra en el 100% de las familias. En algunas Comunidades,  como el País Vasco, la brecha salarial es menor porque el gobierno autonómico compensa económicamente las reducciones de jornada, por ejemplo. 
La cuestión es educacional, los niños deben de ver igualdad en el aula pero sobre todo tienen que ver comportamientos igualitarios en casa. Y, por suerte, ya hay niños y niñas que piensan que no hay tareas de hombres o de mujeres. Creo que hay mucho trabajo por hacer pero también que estamos en el buen camino y que en esa senda ellos también tienen que mojarse y llevar la mochila. Ya les toca.