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Javier Lizaga

Una de mis aficiones preferidas es pegarme de cabezazos con los filósofos. Me pirra pensar lo que piensan otros desde que don Ricardo, el filósofo le llamábamos, me pasaba los libros de Kant o Hume que le enviaban las editoriales y no cabían en clase. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. No crean que soy muy listo, ya les digo, que es más testarudez y horas de leer y releer. Si leer un libro es vivir la vida de otro, los de filosofía obligan a meterte en la cabeza de otro y eso es fascinante.

Uno de mis favoritos es Deleuze que, por ejemplo, nos recrimina que llevemos siglos obcecados en capturar la realidad en conceptos estáticos cuando el mundo no se detiene y, como tal, debería pensarse en movimiento. Nada es algo en absoluto sino que está en proceso de ser otras cosas y dejar de ser él mismo. Ya les digo que llevamos así dos mil años, así que no se apuren. Me acordé de él en Andorra. Vibró el móvil. Un ataque terrorista en Francia. La actualidad bullía y mi compañero cámara y yo en un cole, dispuestos a ver una función de zancos.

No sé qué pensaría Deleuze pero para mí las verdaderas noticias no son aquellas que cuentan hechos extraordinarios o dramáticos, sino aquellas capaces de reflejar ese movimiento. 

En el Gloria Fuertes llevan 36 años produciendo felicidad y quizá, por eso, ya ni llama la atención. Es un colegio de educación especial pero me gustaría que lo visitaran para que, de una vez, todos borremos el vínculo entre los chicos con trastornos y necesidades especiales y la compasión.

Como dice Lola, inseparable de su sonrisa, no es cuestión de capacidad y discapacidad sino de posibilidad y todos podemos aprender, recorrer nuestro camino, diría yo. 

Y llega Alfonso, con convicción de revolucionario, y te cuenta que allí enseñan a niños, algunos con problemas para hablar, a montar en zancos de más de un metro. Y puede que les suene loco. 

Y es verdad, pero es maravilloso. Porque consiguen, literalmente, que esos chavales sean quienes, con todo mérito, miren por encima a los demás. Y das gracias por estar allí, aprendiendo.