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Pilar Lorengar y 1984 Pilar Lorengar y 1984

Pilar Lorengar y 1984

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Javier Hernández-Gracia

Este año en el que nos encontramos, Pilar Lorengar hubiera cumplido 90 años, la gran soprano zaragozana nacida en el bario del Gancho y bautizada en la imponente Iglesia de San Pablo, que entre otras joyas artísticas cuenta con ese maravilloso retablo de Damián Forment que es gloria del renacimiento escultórico aragonés, vino al mundo un 16 de enero de 1928. El destino en ocasiones benefactor quiso que se cruzara en su camino Margarita Martínez, una maestra de música que le daba clases gratuitas, le había producido un gran impacto oírla cantar siendo una niña.
Estos días presididos por la estridencia de la pólvora, ha sido mi música de acompañamiento Paquito el Chocolatero, ese clásico mediterráneo, popular donde los haya y que se incluye en las bodas más destacadas de la geografía española en clara rivalidad con el ‘Ave María’ de Bisbal y es que, el espíritu triunfito permanece en toda una generación. Pero de repente “alguien” se acuerda de ti y te menciona un recital de Pilar Lorengar en el Teatro Real, un concierto en aquel ya lejano 1984, año en el que uno era un incipiente veinteañero, y si ya estaba fuera de los parámetros habituales de lo que solía hacerse en la época, uno iba por aquel entonces al Real, lo más grande del caso es que te recuerdan que fuiste al Real y te regalan el vídeo de ese recital. ¡Sublime!
También iba a ver al Real Madrid, no todo va a ser quedar aquí como el chico bueno de la historia; el Atlético me pillaba más a desmano. Volviendo al Real, significaré que el Teatro Real no era en 1984 como se conoce ahora, no había comenzado la magna reforma para reconvertirlo en teatro de ópera esa que costó una friolera de millones que entonces nos parecía un disparate y que ahora tal como está el escenario, debió ser calderillas. Pues bien, ese recital era de Pilar Lorengar y la Orquesta Nacional de España, dirigida por Jesús López Cobos, al que hemos dicho adiós (o hasta luego según, sin sobre, tras) y es que el zamorano no solo era un gran director de orquesta, era una gran persona y la vida, tan disonante la mayoría de las veces le hizo demostrar muchas veces lo magnífica persona que ha sido.
De selecto grupo de Sopranos españolas, nuestra Pilar Lorengar estaba por edad entre Victoria de los Ángeles, grande de las grandes la catalana, era mayor que la aragonesa y Montserrat Caballé y Teresa Berganza ya nacidas en la década de los años treinta por tanto más jóvenes. Personalidades de una grandeza fuera de toda duda en bel canto. En ese recital desde el primer acorde cuando sonó la obertura de La Revoltosa de Chapí, la emoción era ya parte de la respiración del Teatro Real de Madrid, máxime cuando La Lorengar interpretó desde el área de Rosa de los Claveles de Serrano hasta la prodigiosa “Tarantula” de La Tempranica de Jerónimo Jiménez, grande también la parte de recital operístico con una magistral interpretación del área de Julio Cesar de Heandel -como para no disfrutar-  un no parar con el Cosi fan tutte de Mozart o un punto y final interpretando el ‘O mio babbino caro’ de la opera Gianni Schicchi de Giacomo Puccini. Plenas emociones de un recital que con solo ver las imágenes transportan a otra época, donde la televisión transmitía conciertos de clásica, elemento que ha quedado de forma reducida al oasis de La 2, estamos que no estamos.
A mí de este recorrido que plasmo en letras, me emocionan varias cosas,  volver a escuchar a Pilar Lorengar evidentemente es una, pero iré más a lo cercano, me emociona el reconocimiento que su Zaragoza natal le ha hecho constantemente, otorgándole la Medalla de Oro de la ciudad, haciéndola pregonera de las fiestas del Pilar (Menudo nivel de pregón) y erigiendo un busto en la calle Las Armas donde vivió, además desde 1989 un instituto zaragozano lleva el nombre de Pilar Lorengar.
Estaría bien que los aragoneses conociéramos y sacáramos pecho de aquellos ilustres que han nacido en nuestra tierra, muchos de ellos como es el caso de Pilar Lorengar, tuvieron que desarrollar su carrera fuera de Aragón, no por ello son menos aragoneses -dudarlo es ofensa- quizás tendríamos en estos tiempos en los que la feroz despoblación nos acecha y nos consume, hacer nuestros nuevamente a todos ellos, a los que destacaron siendo hijos de esta tierra, a los que tuvieron que pasar el duro trance de la emigración en busca de oportunidades, mirar de frente estas circunstancias no nos empequeñece al contrario, nos hace más grandes. Pilar Lorengar ((Lorenza Pilar García Seta; Zaragoza, 1928-Berlín, 1996) es de esos ejemplos de grandeza, de esfuerzo en una formación que exige entrega, en estos momentos en los que se hace necesario recordar la importancia de la mujer en sus justos parámetros, en esta sociedad que tanta reflexión necesaria tiene que hacer por la falta de igualdad a la que la somete, el posar la mirada en una mujer grande por su trabajo y su lucha es un ejercicio que sanea las cabecicas.