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Anna Orford, jueza del Libro Guinness de los Récords: “No todos podemos ser Usain Bolt, pero tenemos talentos que nos hacen únicos” Anna Orford, jueza del Libro Guinness de los Récords: “No todos podemos ser Usain Bolt, pero tenemos talentos que nos hacen únicos”
Anna Orford, minutos antes de que Teruel entrara en el Libro Guinness. M. A.

Anna Orford, jueza del Libro Guinness de los Récords: “No todos podemos ser Usain Bolt, pero tenemos talentos que nos hacen únicos”

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Anna Orford es una francesa afincada en Londres que tiene uno de los mejores trabajos del mundo y que además le permite coleccionar anécdotas como para un millón de cenas con los amigos. Trabaja como jueza del Libro Guinness de los Récords, y el viernes pasado certificó que Teruel es la ciudad donde se ha tenido lugar el beso en cadena más largo del mundo. 

- ¿Desde cuando es jueza de Guinness World Récords (GWR)?

- Llevo ocho años.

- ¿Y cuántos como usted hay por todo el mundo?

- Yo trabajo a tiempo completo como juez, y como yo hay unos quince por todo el mundo. Pero otras personas que trabajan en GWR ejercen ocasionalmente de jueces, siempre y cuando hayan hecho un curso que organizamos.

- En cada verificación de récord tiene que viajar por todo el mundo... ¿cuántas puede tener al cabo de un mes?

- Lo normal son dos o tres veces por semana. Viajo muchísimo aunque ahora me muevo casi exclusivamente por Europa. Hace un par de años un par de veces al mes tenía que ir a India. La verdad es que es lo que más me gusta de este trabajo, porque conozco muchos lugares y personas increíbles. Pero también cansa un poco. 

- ¿Cómo llegó a ser juez del Libro Guinness? Por que usted iba para actriz...

- Sí, yo estudiaba teatro y trabajaba como un asistente en un teatro, pero en Inglaterra solo puedes tener contratos de un par de meses, mientras dura la obra. Un día vi un anuncio de trabajo que pedía idiomas, especialmente francés, pero no especificaba nada más. Como yo soy francesa me presenté y fue allí donde me enteré que el trabajo era para GWR. Querían gente que fuera especialista en un tema, como arquitectura o deportes, o que hablara varios idiomas, así que me dieron el trabajo. 

- ¿Había trabajado ya en alguna ocasión en España?

- Muchas. A los españoles os encanta el Libro Guinness. Aquí suelen hacerse eventos con mucha gente. En Inglaterra es muy difícil hacer que 1.000 personas acudan a algo, pero en España se hace mucho. He estado en Valladolid donde se reúne toda la ciudad en septiembre cada año, en Valencia con el vaso de zumo más grande del mundo, en Tenerife, Madrid... viajo como siete u ocho veces al año en España. 

- ¿Qué tal lleva lo de ser árbitro implacable?

- Bueno... cada récord tiene unas normas y somos muy estrictos. Desafortunadamente en mi trabajo a veces hay que decir que no se han cumplido y el récord no se ha batido. Yo he visto hombres de 50 años llorando por eso. Esa es la parte de mi trabajo que no me gusta, pero la gracia de un récord es como la de un partido de fútbol, que a veces ganas y otras no. 

- ¿Qué es más habitual, que los intentos de récord se cumplan, o que no?

- Depende del país y de su organización. Si hablamos de España y de un récord que incluye que acudan un gran número de personas seguro que se cumple, al contrario que en Inglaterra o Francia, donde a la gente le cuesta más este tipo de cosas.

- ¿Entre las marcas más raras, difíciles o peculiares, cuál destacaría?

- En ocho años he visto de todo, y cuando digo de todo, quiero decir de todo, así que ahora para mí no existe el concepto de raro. Conozco al hombre más alto, a la mujer más pequeña, he tenido que medir las uñas más largas... casi todo lo que te imagines del cuerpo humano. Además esto es un orgullo para mí, porque mi trabajo consiste en felicitar a personas que son diferentes y que podrían sentirse mal por serlo. Pero en GWR les decimos que ser distinto a lo normal no es malo, sino excelente. No es para esconderse sino para sentirse orgulloso. También he visto a niños cogiendo M&Ms con palillos chinos, un francés que rompe 80 nueces en un minuto con el culo... Recuerdo un récord en mi primer año, que era de la persona de más edad que nadaba entre Inglaterra y Francia. Tenía 70 años y nadó durante 19 horas en aguas heladas, y al final le ardía la garganta por el agua salada y ni siquiera recordaba si estaba casado o cómo se llamaba, de lo agotado que estaba. Yo pasé ese tiempo en un barco a su lado, muy mareada y enferma. Pero pensé que si ese hombre era capaz de nadar 19 horas, yo podía hacer lo que quisiera. A veces es impresionante lo que pueden hacer las personas. 

- ¿Recuerda algún récord en especial que no se cumpliera?

- Un alemán de 64 años que rompía cocos con la mano. El récord creo que estaba en 40 en un minuto, y él logró 39 pero contó mal y pensaba que lo había conseguido. Yo me sentí fatal pero tuve que decirle que había fracasado.

- ¿Alguna vez han intentado sobornarla?

- A mí personalmente no, pero tengo compañeros a los que sí les ha ocurrido. En eso también somos muy estrictos, y si algún día ocurre siempre diremos que no. 

- ¿Por qué el Libro Guinness es tan popular? ¿Qué mueve a las personas a querer batir esos récords tan, a veces, pintorescos?

- Primero es un libro universal; ya seas chino, hindú o estadounidense todo el mundo lo conoce. Además todo el mundo quiere ser especial, diferente o el mejor en algo. Quizá no podemos ser todos como Usain Bolt, pero cada persona tiene su talento y puede hacer algo mejor que ninguna otra persona.