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La sala de Bellas Artes de Teruel acoge la segunda exposición del ciclo ‘Especies de Espacios’ La sala de Bellas Artes de Teruel acoge la segunda exposición del ciclo ‘Especies de Espacios’
Silvia Martí, profesora de Bellas Artes y coordinadora del ciclo ‘Especies de Espacios’, durante la presentación de la segunda colectiva. M. A.

La sala de Bellas Artes de Teruel acoge la segunda exposición del ciclo ‘Especies de Espacios’

Tiempo (im)Propio, cinco puntos de vista que exploran el transcurso de la vida
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Tiempo (Im)propio es la segunda exposición colectiva del ciclo Especie de Espacios que durante esta primavera van a presentar una veintena de alumnos de Bellas Artes. La muestra, en la que participan Luis Utrillas, Manuela Pascual, María Martínez, Cristina M Lizama y Jorge Puértolas fue inaugurada ayer y podrá visitarse hasta este jueves. 

La muestra colectiva reflexiona sobre cinco puntos de vista diferentes que tienen que ver con el concepto del tiempo, y que nacen del espacio subjetivo de cada artista. 

Luis Utrillas presenta dos piezas independientes relacionadas por su discurso conceptual. Se trata de Primeros sueños de leche y Próximos sueños de leche. La primera pieza está compuesta por un colchón infantil invertido y situado en el techo, con una perforación en un extremo que succiona una sábado blanca. En la segunda el colchón está situado sobre el suelo, y sobre una base de espuma congelada se encuentran formas ovoides de hielo que contienen pelo. El conjunto habla sobre los sueños y las pesadillas de la etapa infantil y preinfantil, cuando el cerebro detecta estados de la materia pero no es capaz de establecer relaciones causales lógicas, y de como esas pesadillas mutan su forma pero, de algún modo, subsisten a lo largo del tiempo.

Por su parte, Manuel Pascual presenta Tentetieso, obra que consta de tres tentetiesos metálicos con unos orificios que remiten al concepto de mujer-casa de la escultora Louis Bourgeois. La turolense también utiliza referencias procedentes de Juan Muñoz, al representar la resiliencia de la mujer a través de la figura del tentetieso, imposible de tumbar pese a los golpes recibidos. Esas agresiones también se reflejan a través de los tiradores que el observador puede utilizar para mover los objetos, en pan de oro, cemento y piel. 

Con el paso del tiempo subjetivo tiene que ver Vestigios, obra de María Martínez. Tiene que ver con la obsolescencia y el recuerdo. La muestra está formada por una composición rectangular creada con 35 cintas de vídeo VHS que la autora veía en su infancia. La acompaña un escuche vacío de otra cinta de iguales características, de la que brota la película magnética formando en el suelo una especie de nido. 

La obra hace referencia a la necesidad personal de deshacerse de ese material, obsoleto e inservible, y a la vez la necesidad de conservar el recuerdo de su valor emocional a través de la posesión material. La obra en sí, según la autora, consiste en llevar a cabo una transformación de las cintas que deje visible los recuerdos que guardan en su interior. 

En el centro de la sala expone Cristina M Lizama Alegorías objetuales del tiempo impropio, formado por una pieza que a su vez se desdobla en tres elementos. El deterioro representa las ruinas de lo que fue habitado; un montón de restos de materiales de construcción arruinados, cuyo peso además sostiene en el aire, a través de una cuerda, el segundo elemento. Se trata de la fragilidad, representada por una cesta llena de objetos de cristal suspendida en el aire, que son metáfora de la vulnerabilidad a la que nos somete el paso del tiempo, que nos convierte en seres leves y fatuos. 

Bajo ella, el Estancamiento proporciona, según el artista, una falsa sensación de propiedad del tiempo, que no es sino una ficción de autodefensa. Representada por el agua inmóvil, refleja una falsa calma en la que el tiempo vuelve a recobrar su libertad fuera de nosotros, pasando a formar parte de lo impropio. 

Por último, Jorge Puértolas también trabaja en Trascendental con el discurso sobre el recuerdo, el olvido y la desaparición, a través del tiempo que modela ese proceso en el ámbito mental. Dentro de esa instalación, Los Olvidados representa el anonimato al que puede condenar la muerta, en forma de tres fotografías antiguas en las que el rostro y partes de su cuerpo han sido borrados, perdiendo su identidad. Los Confundidos muestra una visión futura del olvido, como una reflexión sobre el final de quien conserva aún el dominio sobre sus recuerdos, mientras y tic-tac recuerda constantemente el paso del tiempo. Por último, El Deterioro toca el presenta más cercano y personal de la obra. Más de ochenta copias de un retrato en serigrafía de un familiar de Puértolas fallecido, uno por cada año que vivió, refleja la degradación de la memoria provocada por el Alzheimer. Las últimas fotografías van siendo cada vez menos contrastadas y desvaídas, hasta terminar desapareciendo cualquier resto de tinta dando paso al blanco del papel.