Hay cierta tendencia en Aragón a pensar que los de Teruel somos un poco llorones. Que si siempre estamos con la despoblación, con el desastre del tren, con las deficientes infraestructuras y con el tema de que si Teruel existe.
A lo largo de mis años como periodista he escuchado a políticos de las izquierdas, de las derechas y de los centros reprocharnos a los turolenses (casi siempre sin micrófonos delante, pero a veces incluso con la táctica de mandar mensaje encubiertos) eso de que tenemos cierto poso pesimista y que debemos quitárnoslo de una vez para seguir avanzando.
Es muy fácil hablar de la situación de Teruel y de los turolenses desde fuera y, a veces, no siempre, detectamos poca empatía en cuanto a nuestro problemas.
Y claro, si uno escucha a algunos políticos, da la sensación de que la despoblación, el tren o la falta de cobertura telefónica son problemas exclusivos de Teruel y nada más lejos de la realidad.
Que le pregunten a la gente que vive en Campo de Daroca o en la zona de Cariñena o en Monegros o en algunos lugares del Pirineo.
Por eso, es más necesario que nunca que la manifestación de mañana sea un grito por el futuro de Teruel, pero también un grito por el futuro del Aragón que sufre un abandono histórico, sobre todo por el sur, pero también por el norte, por el este y por el oeste.
La de mañana tiene que ser una manifestación con miles de turolenses, pero también con miles de zaragozanos y de oscenses clamando por un futuro para esta tierra.
Nosotros no somos como otros territorios que solo piden para ellos. Nosotros nos movilizamos para pedir que se nos trate igual que al resto y que tengamos las mismas oportunidades. Así de sencillo y así de incomprensible para algunos.
Mañana domingo es el día. Es el día en el que todos los aragoneses tenemos que salir juntos a reivindicar nuestro futuro. Como hicimos hace años para parar el trasvase del Ebro. No es salvar Teruel. Es salvar Aragón entero. Que nadie lo olvide.