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Celia Santos, escritora: “Las emigrantes de los años 60 y 70 merecen un lugar en la memoria” Celia Santos, escritora: “Las emigrantes de los años 60 y 70 merecen un lugar en la memoria”
Celia Santos, autora de "La maleta de Ana", ante la Catedral de Teruel. Bykofoto / A. G.

Celia Santos, escritora: “Las emigrantes de los años 60 y 70 merecen un lugar en la memoria”

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Celia Santos (Bergara, 1972) acaba de publicar su primera novela, La maleta de Ana (Ediciones B), en la que cuenta la historia de una mujer que, como tantas otras, tuvo que emigrar en los años 60 para trabajar en una gran fábrica de la ciudad alemana de Colonia. La escritora, afincada en Barcelona y de visita este fin de semana en Teruel, considera que esas mujeres fueron “heroínas” a las que se les ha negado su papel.

- ¿Por qué decidió dar el salto de la literatura infantil y juvenil a la novela?

- El sueño de todos los autores cuando comenzamos a escribir es ver publicada algún día una novela. Es un salto importante porque hay una gran diferencia entre escribir literatura para niños a hacerlo para adultos. Aunque siempre había escrito relatos para adultos, nunca los había publicado. Por diversas circunstancias, hace algo más de tres años decidí escribir una novela que tenía hace tiempo en la cabeza. 

- ¿Por qué eligió como tema central la emigración a Alemania en los años 60?

- Porque soy hija de emigrantes. Mis padres salieron a principios de los 60 de un pueblo de Salamanca hacia Euskadi para buscar empleo en una zona más industrializada. Por eso, era un tema que tenía desde años en la cabeza. Después, en un viaje a  Colonia conocí a un matrimonio que llevaba allí desde 1961 que me contó muchas cosas y muchas anécdotas. Entonces me di cuenta de que ahí tenía la novela.

- ¿Ana es una mujer real?

- Ana son todas las mujeres que emigraron a Alemania, Suiza o Francia. Ana es un personaje de ficción, pero tiene un poco de cada una de ellas. Mi intención era humanizarlas y reflejar una imagen de esas mujeres como heroínas, porque considero que no se ha reconocido su papel.

- ¿Habló con muchas de ellas para preparar su novela?

- Tuve la oportunidad de hablar con mujeres emigrantes que estuvieron en Alemania pero hay cierta tendencia al mutismo, a ocultar o a negar que salieron de España por necesidad. Parece que lo hicieran por vivir una aventura. Pocos reconocen que salieron porque pasaban hambre y tenían que buscarse la vida. Pero a veces se abren o te permiten leer entre líneas. Hace dos años estuve en Colonia y muchos de ellos me contaron confidencias sobre cómo vivían y las diferencias que encontraron entre la sociedad alemana y la española. Habían salido de una dictadura y al llegar encontraron ciertas ventajas y derechos laborales. Hubo gente de izquierda, republicanos, que pudo vivir más libremente, y también homosexuales. 

- La historia se repite y en los últimos años muchos jóvenes han dejado España…

- Es curioso. En los años 60, emigraron 1.300.000 españoles, mientras que en los últimos diez años han sido más de 1.500.000. Es un tema serio, al que no se le da la importancia que tiene. El Gobierno debería tomar conciencia porque, siendo la generación mejor preparada, los jóvenes se tienen ir fuera para trabajar como camareros, limpiadoras o lo primero que sale. Y es frustrante.

- ¿Cree que se deberían haber tomado medidas para evitar este éxodo de talento?

- Creo que sí. La política permite a los gobernantes y dirigentes actuar de forma que todo ese talento se pueda aprovechar. Esos chicos, preparados como nunca, deberían quedarse aquí y utilizar sus conocimientos para salir adelante y participar de forma activa en el desarrollo de este país y no de otro.

- Entonces era diferente…

- Entonces los emigrantes procedían de entornos rurales, muy pobres y sin apenas estudios, y no tenían otro remedio, no podían acceder a otros empleos. Hoy es más frustrante porque se van jóvenes que han invertido mucho tiempo y dinero en estudiar una carrera.

- A menudo se escuchan quejas sobre los extranjeros que llegan a España. ¿La memoria es frágil?

- La memoria más que frágil es selectiva. Lo digo en un fragmento de la novela: cuando tienes a alguien a quien machacar te sientes mejor. La emigración ha existido siempre aunque hayan cambiado los países receptores. Es mentira que entonces todos salieron con contratos de trabajo porque una tercera parte lo hizo como turista, en el mejor de los casos. Cruzaban la frontera en furgonetas destartaladas en lugar de en pateras y había gente que les cobraba un dineral por ello. También soportaban condiciones infrahumanas y explotación laboral.

- La incomprensión llega incluso hasta los refugiados… 

- Las migraciones siempre se dan por un motivo de fuerza mayor: porque hace falta trabajo para mantener a flote la familia y no morir de hambre, porque hay una guerra o una pandemia… La gente no quiere salir de su país pero se tiene que ir porque si no les matan. Por eso esa incomprensión me escuece especialmente. 

- ¿Qué mensaje le gustaría que dejara su novela?

- La emigración de los años 60 y 70 es un tema que se ha tratado muy poco en la literatura. Además, siempre se ha hecho desde el punto de vista masculino porque se creía que iban más. Yo he querido hacerlo desde el punto de vista femenino porque había muchas mujeres jovencísimas que salían solas, en trenes que tardaban dos días en llegar, y que eran la fuente de ingresos de sus familias. Esas mujeres han permanecido en la sombra. Son heroínas a las que no se les ha reconocido lo que han hecho por sus familias y por la sociedad y merecen un sitio en la memoria de todos.