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El informe geológico de Pui Pinos alerta sobre la inestabilidad del cabezo El informe geológico de Pui Pinos alerta sobre la inestabilidad del cabezo
Sectores en los que los geólogos han dividido el cerro de Pui Pinos, con la parte central, afectada por el desprendimiento, ya saneada

El informe geológico de Pui Pinos alerta sobre la inestabilidad del cabezo

Al menos dos sectores del macizo del Castillo no cumplen los parámetros mínimos de seguridad
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La mayor parte del cerro de Pui Pinos sigue siendo inestable un año después del desprendimiento que derribó cinco inmuebles en la Ronda de Teruel. Dos de los tres sectores en que el equipo de geólogos ha dividido el cabezo no tienen garantizada la seguridad, según consta en el informe elaborado por el equipo técnico  que ha redactado del proyecto de estabilización de la zona. El coeficiente de seguridad de los sectores meridional y septentrional  está 4 y 3 décimas por debajo del mínimo deseable para que la zona se considere estable.

El único tramo que no tendría riesgos de deslizamiento en este momento -aunque no está exento de peligro por desprendimientos de roca y arenas- es la parte central del cabezo, la más reducida en superficie, mientras que el sector septentrional y meridional  -al norte y sur de ésta- presentan factores de seguridad “inferiores al mínimo deseable”, según el documento al que ha tenido acceso este periódico.

Según este informe, los sectores septentrional y meridional presentan una estabilidad global insuficiente y escasa por la posibilidad de que se produzcan nuevos deslizamientos rotacionales a través de superficies circulares con base en el contacto del recubrimiento o de la roca. 

Este documento y su contenido fue lo que llevó a la Comisión de Obras del Ayuntamiento de Alcañiz a decidir la realización de una obra de emergencia para el saneamiento de todo el talud y a elegir entre una de las dos opciones que el equipo técnico consideraba más viables para solucionar el problema: la estabilización mediante la colocación de una malla de acero anclada al sustrato rocoso con bulones o el vaciado de todo el sustrato de relleno que puede deslizarse hacia abajo. La Comisión de Obras optó por la segunda, pues, además, también el equipo redactor del informe la consideraba la mejor opción desde el punto de vista de la seguridad.

Así las cosas, la única zona ’segura” sería la parte central, que es la que resultó afectada por el derrumbe de abril del año pasado y que ya fue saneada por la maquinaria que intervino tras los hechos retirando parte del relleno con el que durante más de un siglo se había formado el cabezo. Este sector ocupa la parte posterior de las viviendas situadas entre los números  51  y 63 de la Ronda de Teruel, es decir, la zona del derrumbe.

En cuanto a los otros dos sectores, ubicados al norte y sur de la zona saneada, presentan riesgos de estabilidad. No en vano, todo el relleno de lo que antaño era una antigua escombrera sigue allí. Los técnicos apuntan a que en las áreas meridional y septentrional se da un coeficiente de seguridad del 1,221 y de 1,098, respectivamente, frente a la rotura circular en contacto entre los recubrimientos de ladera y el substrato rocoso. Incluso, añade el documento, en condiciones en las que el talud se encontrara seco. Es decir, en ninguno de los dos tramos se alcanza el nivel de seguridad mínimo, que se sitúa en el coeficiente 1,5. 

Según los datos que constan en el documento técnico, en la extensa zona septentrional - parte trasera del barrio Mazador hasta la Casa de Doña Concha-, el cerro tiene menores garantías de estabilidad que la zona situada al otro lado del derrumbe. Los expertos consideran que el aumento de las condiciones de humedad del recubrimiento o de la zona de contacto entre ambos materiales podría desencadenar una inestabilidad en el entorno.

Aunque en la zona meridional, que va desde el número 65 al 75 de la Ronda de Teruel (el área de casas al sur del derrumbe hasta la almazara de Gaibar), mejora el factor de seguridad del cabezo, tampoco se alcanza el mínimo deseable. En este caso, “la superficie pésima se desarrolla en la parte superior del talud, junto a la Ronda de los Calatravos”, apunta el documento.