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Los Fotosaurios del cineasta Carlos Saura visitan el Matarraña Los Fotosaurios del cineasta Carlos Saura visitan el Matarraña
‘Buñuel’, uno de los fotosaurios de Carlos Saura que hacen referencia al cineasta calandino

Los Fotosaurios del cineasta Carlos Saura visitan el Matarraña

El Museo Juan Cabré y Arts & Mes, en Calaceite, acogen una muestra conjunta
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Se dieron a conocer en el Festival Seminci de Valladolid 2009 y desde entonces han recorrido numerosas salas de arte por toda España. La última de ellas ha coincidido con una amplia retrospectiva en el Cine Dore de la Filmoteca Española de Madrid, desde donde los Fotosaurios del cineasta oscense Carlos Saura llegan al Museo Juan Cabré y al Espacio Cultural Arts & Mes de Calaceite. La exposición se inaugurará este viernes a partir de las 20 horas y el sábado su autor visitará el Teatro Municipal de la localidad donde, junto al periodista y escritor Antón Castro, explicará el significado de la obra. 

Fotosaurios es el nombre con el que el propio Carlos Saura ha bautizado su obra pictórica sobre fotografía. Utilizando materiales como la tinta, la cera de color, la pintura acrílica o la acuarela, habitualmente directamente sobre el papel fotográfico mate o brillante, pero también sobre cartón o papel, desde hace más de una década el oscense pinta y dibuja sobre fotografías tomadas por él mismo en lo que comenzó casi como un juego sobre la realidad manipulada y ha terminado siendo una expresión artística alternativa a la imagen fija o la cinematografía. 

En total podrán verse en Teruel 45 de las imágenes pertenecientes a las cinco grandes series en las que Saura divide sus Fotosaurios; Goya, Velázquez, Paisajes, Baile y Cine. Estarán repartidas entre los dos espacios culturales calaceitanos; en el Museo Juan Cabré podrán verse hasta el 14 de octubre y en Arts & Mes  hasta el 9 de septiembre. La selección de las piezas ha corrido a cargo de su esposa, la actriz catalana Eulàlia Ramón.

Las obras fusionan fotografía y pintura dando en ocasione preponderancia a un lenguaje sobre otro, pero en general integrándolos bien en función del mensaje que se desea transmitir. En muchas ocasiones los trazos pintados hacen que la fotografía pierda su sentido original dejando su motivo casi irreconocible y dando nueva naturaleza a la obra. En otras deja parte de la fotografía al descubierto, pero redibuja los ejes y las líneas principales en colores que modifican drásticamente la percepción visual. 

Carlos Saura también juega con el concepto del collage compuesto a partir de zonas de la fotografía que quedan sin pintar, en muchas ocasiones echando mano del blanco y negro, con otras zonas completamente cubiertas a base de diferentes capas de color, e incluso veladuras semitransparentes que dejan adivinar parte del contenido de la fotografía. 

Apasionado fotógrafo

Antes de dedicarse al cine y de ser reconocido por películas como Cría cuervos (1975), El amor brujo (1986), ¡Ay, Carmela! (1990), Flamenco (1995), Goya en Burdeos (1999),  o Jota de Saura (2016), entre muchas otras, Carlos Saura ha sido un gran aficionado a la fotografía, como atestigua su impresionante colección de unas seiscientas cámaras que reúne en su taller y su sempiterna costumbre de pasear por la calle o por los rodajes siempre acompañado por una de ellas colgada del cuello, tomando fotografías de forma discreta y casi clandestina. 

Pero lo suyo con la imagen fijo no ha sido solo una afición, ni siquiera una pasión, sino también una profesión. Debutó muy joven, antes incluso de iniciar los estudios universitarios de Ingeniería Industrial, que abandonaría poco después para matricularse en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, ciudad donde se afincó definitivamente. 

Su primera exposición de fotografía tuvo lugar en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid en 1951, a los 19 años, y durante varios años Saura trabajó profesionalmente como reportero gráfico, cubriendo los Festivales de Música y Danza de Granada y Santander. Llegó a publicar una foto de portada en ABC y la revista Paris-Match le ofreció un puesto como fotógrafo de plantilla. 

La serie Pueblos y Gentes de España, realizadas en Madrid y los pueblos de Castilla durante los años 50 fue uno de sus primeros proyectos, y está directamente relacionada con el inicio de su trayectoria cinematográfica que marca la película Los golfos (1959), su primer largometrajes tras el corto La tarde del domingo (1957) y el documental Cuenca (1958), premiado en San Sebastián. 

Desde ese momento, y aunque el guion y la dirección de cine ha ocupado su quehacer profesional, Carlos Saura nunca ha dejado de hacer fotografías, con el retrato, el autorretrato, la fotografía social, de viaje y paisajística como principales géneros. La novela Ausencias (2005), sobre el abogado Mario Romero y su misteriosa enfermedad, de algún modo alter ego del oscense, es sobre todo un homenaje al mundo de la fotografía. 

A finales de los años 90 fue cambiando paulatinamente sus cámaras químicas por las digitales, y fue entonces cuando empezó a experimentar con la técnica de dibujar y pintar sobre las ampliaciones fotográficas. Sin embargo no fue hasta 2005 y 2006, con una serie de paisajes de la Sierra de Guadarrama, lugar que frecuentaba habitualmente como oasis de paz para desconectar, cuando comenzó a sistematizar la creación de sus Fotosaurios. 

A esos primeros Paisajes se han unido cientos de imágenes “traicionadas”, según el propio cineasta, que recibió la Medalla de Oro de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España en 1992, reunidas en varias series temáticas; una dedicada a la pintura de Velázquez, otra a la de Goya –o a fotografías inspiradas por él–, una cuarta que tiene que ver con el baile y otra, quizá la más prolija, sobre el mundo y los personajes del cine.