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Rubielos de Mora vuelve a ser el refugio perfecto para los pintores de paisaje Rubielos de Mora vuelve a ser el refugio perfecto para los pintores de paisaje
Rubielos vuelve a ser durante estos días un marco perfecto para celebrar el curso de Pintura y Paisaje de la UVT, que llega a su quinta edición. Joaquín Bérchez

Rubielos de Mora vuelve a ser el refugio perfecto para los pintores de paisaje

La localidad turolense acoge la quinta edición del curso de la Universidad de Verano de Teruel
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Por quinto año consecutivo la localidad y el entorno de Rubielos de Mora acoge durante estos días, y hasta el próximo viernes, el curso Pintura y Paisaje: miradas al territorio, organizado por la Universidad de Verano de Teruel. Dirigido por Marta Marco, profesora del grado de Bellas Artes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Campus de Teruel, vuelve a contar este año con los profesores Ángela Gonzalvo, artista y directora del Museo José Gonzalvo de Rubielos donde se desarrolla parte de la actividad del curso, y Calo Carratalá, artista natural de Torrent.

En total son quince los alumnos inscritos en el curso Pintura y Paisaje, varios de ellos procedentes de Teruel pero la mayor parte de Valencia, de un nivel bastante heterogéneo aunque todos ellos con nociones de pintura  en diferentes grados, en algunos casos de índole autodidacta. 

El curso cuenta además este año con la colaboración del fotógrafo y catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valencia Joaquín Bérchez, que ya había colaborado en anteriores ediciones, y de Sergio Romero, profesor del grado de Bellas Artes en Teruel. 

Bérchez y Romero serán los encargados de impartir algunos de los contenidos teóricos de un curso que, por su naturaleza, es eminentemente práctico, ya que el grueso de la actividad consiste fundamentalmente en prácticas de pintura dirigidas y asesoradas mientras cada alumno las va realizando, y comentadas en grupo al final de cada jornada. 

Así, el martes por la tarde Bérchez impartió una charla sobre el punto de vista del fotógrafo de paisaje, de aquello que comparte con el pintor, que es mucho, y de aquello que le separa, que también lo hay. Bérchez es uno de los fotógrafos de paisaje y de arquitectura más reputados de nuestro país, autor entre muchas otras de la serie Miscelánea Geográfica que ha sido expuesta en museos de toda España. Según Marta Marco, directora del curso, “los puntos de vista y la concepción del paisaje de un fotógrafo como él interesan mucho desde la perspectiva de la pintura. Además está especializado en fotografía de arquitectura, y en ese sentido Rubielos tiene muchísimo potencial”. 

Por su parte Sergio Romero, malagueño afincado en Teruel donde ha impartido clases en la Escuela de Arte y, actualmente, en el grado de Bellas Artes que se cursa en el campus turolense, además de impartir una serie de clases prácticas ofrecerá una charla sobre dibujo y paisaje a trazo. 

Alumnos y profesores están desarrollando las sesiones teóricas en el Museo José Gonzalvo normalmente a partir de las 16.30 horas, para evitar las horas de mayor calor. Pero el curso es eminentemente práctico y la mayor parte de la actividad se realiza en plena calle, en el entorno de Rubielos y delante del caballete. 

Por la mañana y por la tarde los alumnos salen a la calle en busca de paisajes para plasmar a través de los pinceles, pero siempre de una forma dirigida y gradual. 

De menos a más

Las primeras sesiones de prácticas arrancaron el lunes realizando monocromías –pintando con un solo color–, para trabajar asuntos previos fundamentales como la selección del motivo y el encuadre, “e instándoles a que no elijan cosas especialmente complejas, porque a veces los alumnos tienen tendencia a querer representarlo todo”, apunta Marco. En esta fase se trata de que los alumnos consigan seleccionar encuadres originales y de calidad.

El martes, en la segunda jornada del curso, los alumnos empezaron a trabajar a partir de esas bases monocromas “para valorar las luces y los volúmenes, y sobre eso aplicar gamas de color, primero las no contrastadas y más fieles a la realidad”, explica la directora del curso de la UVT. 

Hoy se practicará con las gamas más contrastadas, con colores complementarios entre sí y se insistirá en las texturas. El jueves será el día destinado al dibujo y a los elementos en detalle y el viernes, que solo habrá sesión de mañana, “se retomarán los temas que más hayan interesado a cada alumno y dejaremos libertad para que se acaben trabajos o ensayos que se hayan quedado a mitad”. 

Durante las horas en las que los alumnos pintan los profesores van de caballete en caballete para asistir a cada uno en tiempo real, para asesorarles, corregirles si es necesario o resolver dudas. Sin embargo el momento más enriquecedor del curso llega por la noche con la puesta en común del trabajo del día. “En el taller del Museo Gonzalvo analizamos todo el trabajo de todos los alumnos en común”, y se comentan todos los puntos fuertes y aspectos mejorables de cada obra, de forma que los alumnos no solo tienen una correspondencia a su experiencia, errores y aciertos propios, sino también a la de sus compañeros.

La conclusión del curso Pintura y Paisaje: miradas al territorio que organiza la UVT a través de la Fundación Pablo Gargallo tendrá lugar este viernes, con la clausura y entrega de certificados que está prevista para las 16.30 horas. Antes de eso, entre las 12.30 y las 13.30 horas de ese mismo viernes, se realizará una exposición pública de las obras desarrolladas por los alumnos en la Glorieta de los Olmos de Rubielos de Mora.

Experiencias

Aunque lo habitual es que las sesiones de pintura de la tarde terminen en torno a las 20 horas, cuando la luz diurna declina, durante varias noches de la semana está prevista una actividad voluntaria para los alumnos de pintura nocturna, más allá de este horario. “Mucha gente suele querer quedarse pintando por la noche, y aunque lógicamente se elige un entorno iluminado, tienes que mezclar los colores de forma intuitiva porque no los estás viendo realmente”. En ocasiones los pintores utilizan frontales luminosos para ver su lienzo y su paleta, pero dada la temperatura de luz de las bombillas, diferente a la del sol, “no es hasta la mañana siguiente cuando ves realmente el resultado de tu trabajo”, explica Marta Marco, directora del curso de la UVT, “lo cual es muy satisfactorio porque, aunque suele ser muy diferente a lo que estabas pintando o a lo que tú creías que iba a salir, los colores siguen siendo armoniosos entre sí y permiten extraer valiosas conclusiones”. Pintar a oscuras es lo más parecido a tomar una fotografía con el balance de blancos elegido al azar, y como puro divertimento o como experimento pedagógico puede ser realmente enriquecedor.