Como decía Andrés Calamaro, hace calor. Así que toca salir a buscar un poco de desahogo al aire libre.
¿Playa o montaña? Para las personas con movilidad reducida no es una cuestión de gustos sino de oportunidades para poder disfrutar. La verdad es que en el terreno del ocio cada vez lo tenemos más fácil y ya podemos hacer pequeñas incursiones a esos lugares.
La mayoría de nuestras playas tienen lugares apropiados para poder entrar con sillas de ruedas o bastones. Además todo el que quiera se puede dar un baño con los anfibios de la Cruz Roja, unas sillas con neumáticos flotadores.
Sin embargo, casi ninguna pasarela llega a la orilla del mar, por lo que es imposible intentar refrescarse un poco. Y, la verdad, ir a la playa sin bañarse es como bajar al mismísimo infierno…
Por otro lado, mi experiencia con los anfibios no fue demasiado buena, con aquellas olas que pugnaban por bajarme del asiento. Bueno, al menos las risas que se echaron mis amigos todavía son recordadas en nuestras reuniones.
En cuanto a la montaña, siempre me he considerado una urbanita empedernida, las ruedas prefieren el asfalto a las piedras. Afortunadamente, eso está cambiando y ya podemos disfrutar de senderos accesibles por todo el país.
Por supuesto, yo me estrené en el sendero del Navazo. Ahora me he aficionado y ya he recorrido algunos senderos en los Pirineos y en el País Vasco. La buena noticia es que pronto Teruel tendrá media docena más de lugares accesibles para disfrutar de la naturaleza.
El lado negativo de estos accesos son las inclemencias del tiempo, más virulentas en el entorno natural, y el alto coste de su mantenimiento. Aunque me consta que se está haciendo un gran esfuerzo para que no se eche a perder lo ya conseguido.
El caso es que da igual donde pasemos nuestras vacaciones, lo importante es que todos tengamos ocasión de disfrutar en condiciones de igualdad. Pasen un feliz verano.