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Hablar con los peces

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Elena Gómez

No soy de callarme ni bajo el agua… Me gusta expresar mi opinión sobre todo, o casi todo, siempre y cuando sepa un poco de lo que estoy hablando. Soy una gran defensora del debate sano y deportivo, y no hay nada que me satisfaga tanto como una persona con diferentes criterios a los míos y que consiga aportarme distintos puntos de vista.
Por eso soy muy activa en redes sociales, grupos de Whatsapp, foros y reuniones de todo tipo. Creo firmemente que la diversidad nos enriquece y que todos tenemos cabida en este mundo.
Sin embargo, en los últimos tiempos, hay algo que me ha tapado la boca en más de una ocasión. 
La falta de respeto y la radicalización de las ideas en nuestro país está empezando a ser preocupante. Cualquier cuestión que se trate está tan polarizada que se impone la frase "o estás conmigo o estás contra mí". 
Está de moda el insulto, alzar la voz y utilizar un tono despectivo para imponer argumentos. Es algo que me apena mucho y algunas veces incluso me molesta tanto que termino enfadada conmigo misma y con el mundo. Así que, para que no me afecte tanto, hace tiempo que he decidido no caer en la trampa de los que montan gresca por casi todo. 
Cuando alguien en una red social sube el tono de su discurso hasta caer en la ofensa personal, lo bloqueo sin contemplaciones y sin discutir. 
Si en un grupo se manejan opiniones y chistes insultantes o humillantes, salgo del mismo y a otra cosa. En las reuniones donde hay personas cuyas arengas son demasiado vehementes o incluso radicales, me callo y procuro desaparecer lo antes posible.
Puede parecer una actitud cobarde, pero existen muchas maneras de expresar la desaprobación sobre un tema. Y la forma que he encontrado más útil para mi salud mental es dejar con la palabra en la boca a los que solo ofenden sin escuchar.
Pero tranquilos, seguiré sin callar bajo el agua. Quizá hablar con los peces pueda resultar provechoso.