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El tercer sexo El tercer sexo

El tercer sexo

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Elena Gómez

Salir de casa nos hace descubrir cosas nuevas, y en ocasiones muy interesantes o incluso intrigantes. Por ejemplo, yo he averiguado que existen tres sexos o géneros.

Es fácil, vayan a cualquier cuarto de baño público. Existe el baño para mujeres, el baño para hombres, y el baño para personas con discapacidad. Porque claro, las personas con discapacidad no tenemos sexo y sólo nos podemos mezclar entre nosotros. El caso es que yo todas las mañanas, cuando me miro en el espejo, veo una mujer. Sentada en una silla de ruedas, pero por todo lo demás, una mujer como cualquier otra.

Algo similar ocurre cuando voy a algún lugar en el que hay un sitio especial para discapacitados, da igual que sea un cuarto de baño, una entrada, o un asiento. Tengo la extraña sensación de que somos tratados como los afroamericanos en los Estados Unidos de los años 60. Ya eran considerados ciudadanos de pleno derecho, pero no se podían mezclar con los blancos.

Esa es la diferencia entre la integración y la inclusión. Las leyes sobre accesibilidad universal nos han permitido hacer todo aquello que hace unos años no podíamos hacer simplemente porque los espacios públicos eran impracticables para aquellos que teníamos movilidad reducida. Sin embargo, hemos conseguido una solución, a mi entender, esperpéntica. La verdadera inclusión consiste en que absolutamente todos podamos acceder a los mismos servicios de la misma forma.

Por eso, sería más sencillo que todos los cuartos de baño fueran accesibles para todo el mundo, que todos pudiéramos entrar por la misma puerta en cualquier edificio, o que pudiéramos escoger en qué asiento nos queremos sentar en el teatro o el cine. 

En la mayoría de los casos ustedes pueden utilizar mis espacios pero yo no puedo utilizar los suyos. Y ahí es donde empezamos a no ser iguales ante la ley y ante la sociedad. 

Por eso seguimos reivindicando, por eso no acaba la lucha.