Síguenos
Montefuerte da una vez más la bienvenida a Rodrigo Díaz Montefuerte da una vez más la bienvenida a Rodrigo Díaz
El Cid Campeador (derecha) lucha con algunos de sus oponentes durante la celebración. M. Artigas

Montefuerte da una vez más la bienvenida a Rodrigo Díaz

Más de 300 personas participaron en la recreación histórica trienal
banner click 244 banner 244
banner click 236 banner 236

Rodrigo Díaz de Vivar regresó una vez más a Montefuerte, villa que pisó y donde pernoctó en su camino hacia Levante durante el siglo XI según la tradición, en lo que fue la sexta edición de la recreación histórica de la localidad del Jiloca. En torno a 300 vecinos participaron en la fiesta recreacionista que tuvo lugar en un pueblo en el que habitualmente viven 60 personas, pero que este sábado, con el ruido de fondo del mercadillo, de las dulzainas y también del entrechocar de espadas, rezumaba más vida que nunca. 

La Asociación Montefuerte, que cuenta con 256 socios de varios puntos de España e incluso Francia, todos ellos emigrados o descendientes de Monforte de Moyuela, organiza la recreación desde 2007. Durante las cinco primeras ediciones fue bienal y la que tuvo lugar el sábado ha sido la primera con carácter trienal. El presidente de la Asociación Montefuerte, Julián Dueñas, explica que los recursos son los que son, ya que se financian únicamente con la cuota de los socios, y que prefiere una fiesta que se celebre menos veces pero que sea mejor, “que la gente la coja con ganas y no se canse”, afirma. 

En 2007, once años después de que se creara el Consorcio del Cid en Burgos y Monforte de Moyuela se incluyera en uno de los anillos en los que se dividen los diferentes caminos que siguió el militar castellano, junto a Montalbán y Huesa del Común, la asociación cultural de la localidad, que existía desde 1990, decidió realizar la primera recreación, con Raquel Sánchez como presidenta por aquel entonces. 

Ese año los actos corrieron a cargo de un grupo recreacionista, pero desde entonces han sido siempre habitantes de la localidad quienes han interpretado los diferentes papeles y han dado vida a la fiesta, con peleas, obras de teatro y actos que no forman un programa fijo cada dos años (o cada tres, desde 2015), sino que van variando. 

Para Teresa Rodrigo, vicepresidenta de la asociación, el más especial es el de la mañana, cuando el propio Cid y su escudero, ambos a caballo, llegaron a la villa acompañados por parte de su ejército personal, anunciados por el bandeo de las campanas. 

La comitiva, ataviada al uso, realizó entonces una ronda por la localidad, donde todas las calles lucen atavíos y establecimientos de época, con enseres antiguos aportados por los habitantes y un mercado medieval que se instala en la plaza. Poco antes de las doce del mediodía se leyeron algunos de los pasajes del Cantar del Mío Cid y se escenificaron algunas peleas, espada en mano, entre el Cid y algunos jóvenes oponentes. Un grupo de dulzaineros puso la música ambiental para la cita.

En las horas de mayor calor se celebró una gran comida medieval en la que participaron unas 300 personas, que es otro de los actos más especiales en opinión de Teresa Rodrigo “porque nos reunimos personas que en ocasiones no nos vemos desde hace años”. Llegaron incluso de nuestras antípodas, ya que una de las sobrinas de la presidenta de la asociación, que reside habitualmente en Australia, también su unió a la fiesta. 

“Todo el mundo participa”, asegura Teresa Rodrigo. “La gente del pueblo interpreta los papeles que tocan y el que no decora las calles o saca a la calle las cosas antiguas o las herramientas que tiene para dar ambiente”. 

Por encima del rigor histórico ganas, sobre todo, de celebrar y de reunirse en un pueblo, Monforte, que aparece mencionado en el Cantar número 940 junto a Montalbán y Huesa del Común, si bien dicho texto, única fuente directa de la peripecia del Cid, es ambigua e imprecisa en muchas de sus partes. “Su paso por la localidad está bien testimoniado”, asegura Dueñas, y Teresa Rodrigo añade que se sabe que al menos pernoctó y pasó tres días allí. “Y quizá ese tiempo le cundió bastante”, afirma entre risas, “porque mi apellido es Rodrigo y hay quien dice que desciende del propio Cid”.