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Fermín Pérez, organizador de eventos: Fermín Pérez, organizador de eventos:
Fermín Pérez ha vuelto al mundo de los eventos tras un breve parón

Fermín Pérez, organizador de eventos: "Llegué a los eventos de casualidad, pero llevo toda mi vida organizando cosas”

El turolense ha escrito un libro donde cuenta anécdotas de su exitosa carrera durante más de veinticinco años
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Juan Corellano

Sin intención alguna de dar lecciones a nadie pero con la esperanza de ayudar a algunos compañeros iniciados en la profesión a evitar errores y repetir los aciertos que forman una carrera de más de veinte años de experiencia. Así escribió Fermín Pérez el libro 29 razones por las que no contrataré tu Agencia de Eventos y 1 por la que sí, un escrito en el que resume algunas de las anécdotas de una trayectoria que llevó a una empresa y a su turolense director a estar entre las veinte mejores del mundo en su sector.

-¿Qué le empujó a escribir este libro?

-Es un ejercicio de autoestima, entre comillas, en un momento de duda existencial en el que me apetecía poner una serie de vivencias en un papel y que le pudiera servir a gente interesada en el sector o similares. Ya cuento en el libro que siempre me había parecido un ejercicio de prepotencia, porque en es un campo que no se estudia en ningún sitio, pero me parecía que sí podía ser útil para gente que estaba interesada en esto.

-En el libro parece que a veces demanda más reconocimiento a su sector...

-Nuestro trabajo se parece al de un árbitro de fútbol: cuando lo ha hecho bien nadie se acuerda de él, pero si lo hace mal todo el mundo le culpa. Sin embargo, yo he tenido la suerte de vivir cómo es este negocio en países de Latinoamérica y, sobre todo, en Estados Unidos. Allí todo está estandarizado, aquí la gente que nos dedicamos exclusivamente a los eventos no tenemos un epígrafe de la seguridad social y seguimos unos convenios, de publicidad o similares, que no podemos cumplir. No me he sentido ninguneado, pero en el sector no nos hemos dado cuenta de que la unidad te da más fortaleza.

-El libro no parece solo aplicable a los eventos, sino prácticamente a cualquier trabajo.

-Al final, nosotros vendemos un producto que hay que comunicar. Para ello necesitas un equipo humano y para hacerlo necesitan el mejor equipamiento técnico, tienes que ser convincente con el cliente, etc. Eso que te cuento puede ser una frutería, Telefónica o un fabricante de coches. Yo de pequeño cuando ayudaba a mis padres en la perfumería que tenían y siempre estaba con la caja y el dinero y juré que nunca me dedicaría a vender. Ahora soy el único de mis hermanos que lo hace. La gente me dice que se siente identificada con el libro aún dedicándose a otras cosas pero cuando escribí nunca lo pensé, porque yo cuento anécdotas sobre mi trabajo.

-¿Cómo llegó al mundo de los eventos?

-Llegué de pura casualidad, pero luego cuando lo pienso llevo organizando cosas toda mi vida. A los catorce años ya organizaba yincanas para los cumpleaños de mis amigos y también organicé dos años todo el deporte del colegio La Salle. Luego cuando empecé a hacer películas en súper 8 ya estaba haciendo imagen, que luego es una de las cosas en las que destacamos. También, cuando hicimos el festival de cine aquí en Teruel durante más de diez años practiqué mucho en organización y en tener problemas y solucionarlos, que es lo que nos hizo triunfar en América... Yo estuve trabajando en el cine con José Luis Borau en Madrid, después me fui a la tele con Andrés Aberasturi. Fue entonces, cuando de rebote nos encargaron una exposición para Madrid 1992 y salió tan bien que nos encargaron la exposición de final de año y me encontré organizando una cosa en el Reina Sofía de 100 millones de pesetas. Entonces descubrí el sector de la organización de eventos y me pareció que era un buen negocio.

-¿Alguna vez le asustó el crecimiento de su empresa?

-Yo no lo quise nunca, yo siempre quise hacer cinco eventos al año de mucho presupuesto y muy divertidos, algo utópico. Pero yo tengo un defecto inmenso que es que me tiro a todas las piscinas que me encuentro, con o sin agua. En el 2.000 alguien me propuso organizar un evento de cuatro días para 4.000 personas, en Marrakech con tres chárter al día, once hoteles, muchísimos autobuses, asistencia en el aeropuerto, 825 millones de presupuesto... Si hubiera sido inteligente hubiera cogido los beneficios de ese evento histórico y retirarme, pero no lo hice. Seguí, fuimos creciendo y llegamos a ser 113 y como España se nos quedaba pequeño abrimos en Miami, porque acabábamos de ganar un contrato de cinco años con Andersen Consulting (ahora Accenture). Si vieras a uno de Teruel en Nueva York entrevistándose con empresas americanas y eligiendo la que más nos gustaba en una oficina de la quinta avenida con la cuarenta y dos...

-¿Cómo ha conseguido compaginar un trabajo tan exigente con su vida personal?

-Es un imposible. Yo he podido vivir eso porque la otra mitad de mi vida ha sido muy normal. Yo he tenido una pareja con una mentalidad parecida y no nos hemos cortado la libertad nunca, siempre hemos admirado el trabajo del otro y poníamos todo lo que hacía falta para que pudiéramos crecer. Además, mis hijos eran muy comprensivos. Mi mujer siempre cuenta que mi primer hijo, Javier, repetía y repetía la cena porque en realidad estaba buscando una excusa hasta que yo llegaba a casa. Hemos vivido intensamente, no había un minuto de ocio que no fuera para mi familia. Es un trabajo esclavo como cualquiera del sector, te tiene que gustar. Yo nunca he creído en los horarios ni he diferenciado entre un domingo y un lunes, porque me lo he pasado muy bien haciendo lo que hago.