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Nati Cañada pinta su 32 cuadro para el Olivar por el Año Jubilar Mercedario Nati Cañada pinta su 32 cuadro para el Olivar por el Año Jubilar Mercedario
Fotografía de grupo ante la ‘Apoteosis de la Orden de la Merced’, el último cuadro de Cañada para el monasterio

Nati Cañada pinta su 32 cuadro para el Olivar por el Año Jubilar Mercedario

El monasterio es el lugar del mundo donde hay más trabajos de la genial retratista
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El Monasterio del Olivar de Estercuel suma una nueva obra de la genial retratista Nati Cañada, la número 32, con motivo del ochocientos aniversario de la Orden de la Merced.

“Es el sitio del mundo en el que hay más cuadros míos”, explicó la veterana pintora de Oliete afincada en Madrid, que en los últimos meses ha trabajado en la Apoteosis de la Orden de la Merced, una pintura de “glorificación” a representantes mercedarios como San Pedro Nolasco, que en 1218 fundó en Barcelona esta agrupación de monjes dedicada a la redención de cristianos cautivos en territorio musulmán.

La nueva pintura quedará “para la historia” como obra significativa, “junto a la obra de cada día de caridad y servicio”, apuntó el superior de la comunidad del Monasterio del Olivar, Fray Fernando Ruiz, quien encargó a Cañada un “modelo típico” en el que aparece representado el fundador de la Orden, la Virgen de la Merced en el centro y los santos mercedarios debajo. “La disposición y el diseño fue de Nati, pero ha interpretado magníficamente lo que es el camino de la Santidad Mercedaria”.

Junto a la Virgen y al escudo de la Merced, en tercer orden de importancia figura San Pedro Nolasco, “que por una licencia de autor aparece dos veces”, explicó Ruiz, Cañada se ha basado para representarlo en los cuadros de Francisco de Zurbarán. A diferencia del pintor del siglo XVII, que dibujó a Nolasco frente a la Jerusalén celeste, Cañada lo ha puesto frente a al Virgen de la Merced, centro de la Orden.

En cuanto a los grandes santos, “destaca San Serapio”, que es también “una de las grandes obras de Zurbarán”, si bien “él lo pinta de una manera un poco cruda y yo creo que la interpretación de Nati es mucho más dulce, espiritual”, relató Ruiz. No en vano, su estilo ha sido definido como “realismo mágico”.

Hecho de dos piezas, el trabajo artístico preside una escalera. “Es la Apoteosis de la Merced. Homenaje a Zurbarán”, explicó Cañada, quien admitió que para representar a los santos más antiguos se ha fijado en la obra del genial pintor extremeño.

Gran patrimonio

“Estamos muy agradecidos porque es una integración con arte propio del monasterio”, explicó Ruiz. No en vano, entre los bienes muebles conservados en el retiro espiritual destacan las obras tanto de Nati Cañada como de su padre, Alejandro Cañada.

Ella, desde 1971 –cuando la casó el padre Tomás, que fue superior del monasterio y le propuso que pintara a los mártires– hasta la actualidad, ha trabajado incansablemente en un amplio repertorio de 24 retratos dedicados a los frailes responsables de la restauración de la Orden en el monasterio y a los asesinados en la Guerra Civil.

También son obra de la natural de Oliete los seis retratos de miembros destacados de la Merced que decoran las paredes de la sala capitular, realizados entre 2004 y 2007, entre los que se incluye una versión del andorrano Mariano Alcalá Pérez.

Esta sala está presidida por un gran lienzo de Nati Cañada, pintado en 2006 y dedicado al milagroso acontecimiento que dio origen a la construcción del monasterio apenas medio siglo después de la fundación de la Orden: la aparición en un olivo de una talla de la virgen. En torno a esta aparecen tres religiosos, en alusión a la comunidad mercedaria, y los marqueses de Atrosillo –quienes financiaron la construcción del primer templo del Olivar–, ocasión que la artista aprovecha para autorretratarse junto a su propia familia. A este lienzo se une una serie de diez bocetos que condujeron a la composición definitiva hoy contemplada. La Apoteosis de la Orden de la Merced pugna en importancia y belleza desde ayer con esta gran obra.

“Constantemente he estado pintando para el Olivar. Veraneo en Oliete, que está al lado, y casi todos los años hemos estado viniendo un día en agosto. Es casi un rito”, reconoce la gran retratista internacional. 

Cañada no lleva idea de jubilarse. Al contrario, “llevo siete u ocho años pintando más que nunca”, sobretodo “cuadro religioso para la Conferencia Episcopal y el Arzobispado de Madrid”, entre otros. Por otra parte, sigue con sus constantes viajes a América –lleva más de 150 en su vida– y mantiene la ilusión por exponer en todo el mundo.

Ayer comentó que ha realizado más de 15 retratos para la Casa Real española. Sus trabajos adornan las paredes de palacios, casas presidenciales, embajadas, ministerios, mansiones y museos de países europeos y americanos.

Cañada considera “admirable” la labor de los padres mercedarios, “y más cuando investigas y lees todo lo que han hecho por los demás, por los desfavorecidos, por los presos”.

La comunidad del monasterio cuenta con cuatro personas. Este año ha sido declarado Año Jubilar Mercedario, un ejercicio de gracia concedido por el Papa Francisco con ocasión del octavo centenario de la fundación de la Orden.