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‘La educación de la Virgen’ de Sarnelli regresa a Mora de Rubielos después de su restauración ‘La educación de la Virgen’ de Sarnelli regresa a Mora de Rubielos después de su restauración
A la izquierda, estado en el que se encontraba la pintura en 2013, casi irreconocible. a la derecha, tal y como luce actualmente en la es Colegiata de Santa María de Mora de Rubielos

‘La educación de la Virgen’ de Sarnelli regresa a Mora de Rubielos después de su restauración

El trabajo ha sido realizo por María Gómez
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Después de tres años de intenso trabajo ya luce, de nuevo en el interior de la ex Colegiata de Santa María de Mora de Rubielos, la pintura barroca de Genaro Sarnelli titulada La educación de la Virgen (1728). Y lo hace con el mismo esplendor que hace 82 años, antes de que el incendio que sufrió el templo en el contexto de la guerra civil prácticamente lo destruyese. 

Desde entonces la obra estaba arrinconada en la iglesia y en un pésimo estado de conservación. Desconocida para prácticamente todo el mundo, fue rescatada por los profesores del departamento de  Historia del Arte de la Universidad de Valencia Daniel Benito Goerlich y Ana María Gómez, y tras una minuciosa restauración por parte de esta última el cuadro, de enorme valor desde varios puntos de vista, vuelve a estar a la vista de todo el mundo 80 años después. 

El pasado jueves el cuadro fue devuelto a la iglesia de Mora, en un acto en el que Benito, Gómez y el párroco, Antonio Aranda, coincidieron en que “una guerrera” ha logrado regresar a su lugar de origen tras pasar por no pocas vicisitudes. 

La peripecia de esta guerrera arrancó en Nápoles en 1728, cuando Genaro Sarnelli, que murió a los 23 años siendo un gran maestro y de quien solo se conservan tres cuadros, pinto La educación de la Virgen. Como apuntaron los investigadores Raúl Francisco Sebastián y Aurelio Pérez en su publicación Arte napolitano en la Colegiata de Santa María de Mora de Rubielos: la obra perdida de Genaro Sarnelli, probablemente fray Miguel Abad Zapater, oriundo de Cabra de Mora, adquirió la pintura durante una de sus temporadas en el Convento de Santa Lucía de Nápoles y la llevó hasta su localidad natal antes de ser donada a la Colegiata de Mora. 

Según este mismo estudio, quizá su ubicación en una parte elevada de las bóvedas sobre el coro del templo evitó que el cuadro ardiera durante el incendio de 1936, aunque quedó en un pésimo estado de conservación, con la pintura completamente ennegrecida por el hollín y muchas de sus partes levantadas sobre el lienzo. 

Desde entonces la pintura pasó sin pena ni gloria hasta 2013, cuando una comisión de cultura dirigida por Daniel Benito, Senén González y Raúl Francisco Sebastián descubrió la firma de Genaro Sarnelli en la parte posterior del lienzo, un detalle compartido por otra de la obras de Sarnelli, que se conserva en Oviedo.

A propuesta de Daniel Benito, catedrático de Historia del Arte valenciano cuyos orígenes familiares son de Mora, el lienzo llegó al Laboratorio de Arte de la facultad de Geografía e Historia de  la UV, a manos de Ana María Gómez, profesora zaragozana de la Universidad de Valencia y una de las mayores especialistas en restauración de pinturas murales y lienzos quemados de España. “Por mi trabajo han pasado por mis manos pinturas en un estado realmente deplorable”, explica esta especialista, “pero este no estaba mucho mejor”. La pintura estaba ennegrecida hasta el punto de ser casi irreconocible, y presentaba numerosas ampollas, partes que habían saltado, grasa y carbón en su superficie, óxido en los barnices y toda su superficie arrugada y afectada de humedades posteriores al incendio. “Nuestro estudio reveló que la pintura había soportado 80 o 90 grados de temperatura durante todo un día en intervalos de horas, así que estaba en un estado francamente malo”. 

Durante los últimos tres años ha sido objeto del mimo y el trabajo de la restauradora, “y además ha servido para que mis alumnos vean el proceso de estudio, análisis y actuaciones que se llevan a cabo en una obra de este tipo”, explica. 

A la sorpresa inicial de tratarse de un cuadro de Sarnelli, un autor que a pesar de su juventud tuvo gran importancia en la pintura napolitana del XVIII, con un estilo propio influenciado por grandes pintores como Luca Giordano, se sumó la de comprobar el enorme valor de los propios pigmentos del lienzo. “La educación de la Virgen de Sarnelli contiene lapislázuli en el manto azul de la Virgen niña, un tinte carísimo que no se encuentra en el 90% de los cuadros de la época, y en el grana de la manga cochinilla, otro tinte que se extraía de un insecto traído de América que, del mismo modo, solo se utilizaba en obras de gran valor”, explica María Gómez. 

Desde el punto de vista iconográfico el cuadro también es muy interesante, ya que representa la educación de la Virgen María a cargo de su madre, Santa Ana, donde la presencia paterna, la de San Joaquín, “es meramente circunstancial”, explica la conservadora, que añade que esta circunstancia de la mujer educadora era “muy atípica” en el arte iconográfico. 

Regreso a Mora

El pasado jueves la pintura regresó a la ex Colegiata de Mora de Rubielos, tres años después y con un lustre completamente renovado. Según explicó la conservadora María Gómez, “el párroco Antonio Aranda, a pesar de mis protestas, quiso hacer una pequeña donación por los trabajos de restauración. No cubre ni una parte mínima del trabajo que ha llevado, pero la hizo con tanto amor que para mí está saldada cualquier deuda que hubiera. Incluso algunos vecinos de Mora trajeron pequeños regalitos, algo que en mi opinión fue verdaderamente emocionante”.

Hasta que se reubique definitivamente La educación de la Virgen de Sarnelli, por el momento el público puede disfrutarlo dentro del templo, en una de las capillas enrejadas. A pocos metros de la Capilla del Pilar, donde desde hace dos años reposa un impresionante Cristo de casi dos metros de alto, que fue donado al templo de Mora de Rubielos después de que también fuera restaurado por Gómez. “Esa Cristo también había sido destrozado en la guerra civil, hasta el punto de que todas sus piezas cabían en una gran bolsa de basura”, recuerda la restauradora. “Llegó al departamento de la Universidad procedente de una iglesia desacralizada y comencé a restaurarlo por amor al arte y a la docencia, con la única condición de que al terminar fuera a parar a un pueblo aragonés”.

Según la restauradora y profesora de la Universidad de Valencia, los pueblos aragoneses atesoran “una cantidad brutal de obras de artes de grandísimo valor”, en muchos casos “en mal estado producto de la guerra o del abandono, y a veces olvidados en rincones y sacristías”. Según la investigadora, “en Aragón había un patrimonio artístico incalculable porque esto era la Corona y aquí llegaron obras de todo el mundo”.

Ana María Gómez es una de las mejores especialistas en restauración de pinturas murales y sobre lienzo quemadas. Entre otros proyectos, actualmente trabaja en los bienes de Sijena, y recientemente ha emitido un informe en el que se plantean serias dudas de que el incendio del Monasterio de Sijena afectara a la Sala Capitular, hecho con el que la Generalitat de Catalunya justifica el arrancado de las pinturas murales que después fueron trasladadas a Barcelona. Ese mismo informe cuestiona el arrancado que durante la guerra llevo a cabo Josep Gudiol, y que según la investigadora ocasionó el destrozo de un 30% de los murales originales y el deterioro de los que se trasladaron.