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Regreso a la felicidad Regreso a la felicidad

Regreso a la felicidad

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Juanjo Francisco

Por causas diversas estos días he recordado la letra de la canción de Sabina Peces de ciudad en la que este particular cantautor, al son de una tonada estremecedora, dice que nunca hay que tratar de volver a los lugares donde has sido feliz. Me gusta ese malditismo de Sabina que tanto invita a pensar.
Y así, como quien no quiere la cosa, uno trae a su terreno la dichosa paradoja que lanza Sabina, fundamentada según cuenta en la canción, en la Comala que describiese el gran Juan Rulfo. Creo que todos tenemos nuestras particulares Comalas, que no necesariamente tienen que ser lugares geográficos, o sí, pero también se pueden evocar en vivencias o en relaciones humanas. Confieso que durante mucho tiempo seguí el consejo de Sabina y no regresé al lugar donde fui muy feliz, a pesar de que entonces no era consciente de ello. Han sido necesarios unos años y determinadas circunstancias para que se diera la posibilidad que ahora materializo con ciertar regularidad.
 No me voy a enfrascar en disquisiciones filosóficas sobre qué es la felicidad, qué va, pero regresé allí en busca de los restos, si es que quedaban, de lo que entonces fui. Y sí, recuerdos llegaron todos pero me costó un tiempo asimilar que al final solo eran recuerdos. 
Nada, o casi nada, queda de la Comala que yo recorrí porque, más allá de los paisajes y una sensación casi física de déjà vu, la vida es implacable, no en vano se acuñó aquello de que nada permanece y todo se transforma, y de todo lo que fue apenas queda el esqueleto. Entiendo que uno es, o ha sido o será feliz en mucho lugares, y que realmente es difícil elegir uno entre todos, a pesar de que me empeñé en elegir este del que hablo sin saber muy bien a dónde quiero llegar y, en el fondo, no me arrepiento porque todo se ha debido al intento de saber por qué fui feliz allí. 
Ahora que ya lo sé estoy en condiciones de saborear mejor todo lo bueno que me pueda deparar el futuro sin la fácil tentación de caer en las comparaciones. La pena de todo ello es el regusto amargo de la pérdida, la nostalgia inútil de lo efímero.