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Unos artistas y artesanos crean en su taller de Calamocha una colección inspirada en el Jiloca y en el azafrán Unos artistas y artesanos crean en su taller de Calamocha una colección inspirada en el Jiloca y en el azafrán
Los pistilos del azafrán han sido encapsulados en las joyas para que pervivan para siempre

Unos artistas y artesanos crean en su taller de Calamocha una colección inspirada en el Jiloca y en el azafrán

Su marca es Colecciones Nómadas porque viajan continuamente de un lado al otro del charco
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Cruz Aguilar

El azafrán siempre se ha equiparado con el oro pero ahora Rita Marindo y Lalo Barragán lo han convertido en auténticas joyas dentro de su colección inspirada en el Jiloca. Se trata de piezas únicas, realizadas de forma artesanal en plata y bronce y en las que el protagonista es, sin duda, el pistilo de la flor que tantas alegrías ha dado en el Jiloca y que ahora se puede perpetuar encapsulado en cristal.

Marindo y Barragán son artistas polifacéticos puesto que además de joyas también pintan. Su marca es Colecciones Nómadas porque viajan continuamente de un lado al otro del charco y en cada destino aprovechan los materiales que tienen en la zona. Las turquesas, los ópalos o el ámbar que recogen ellos mismos en las canteras de México contrastan con los tonos rojizos del azafrán o los morados de la flor del cardo. 

Cualquier material, siempre que no esté vivo, aclara la joyera, sirve para hacer una joya mediante la técnica del encapsulado. Se trata de un sistema en el que la pieza se envuelve en cristal de forma que se conserva siempre igual y queda visible. Realizan muchas piezas a medida, por encargo, “con los materiales que son perecederos, como flores secas, pero que la gente quiere conservar”, explica la artista. Siempre se trata de elementos de pequeño tamaño con gran valor para las personas “y de esta forma los pueden llevar siempre consigo”, matiza.

En el Jiloca no encontraron ninguna pieza característica y por eso se decantaron por el azafrán, al que a través de su trabajo lo han convertido en algo perpetuo, inmortal. 

Buscaban una colección con materiales de secano, que combinara con la que habían sacado anteriormente con conchas y piedras de mar. Estos anillos y colgantes suponen además para la artesana profundizar en sus raíces, ya que, como ella explica, su propio padre cultivaba azafrán. Hicieron varias piezas y ellos mismos se sorprendieron de la gran demanda que tienen. Sin embargo su producción es lenta puesto que realizan una a una las piezas mediante técnicas de joyería que ya muy pocas personas emplean en el mundo, según dice Rita Marindo. “Son técnicas rudimentarias, muy antiguas, algunas de ellas prehispánicas, como la cera perdida o las fundiciones con hueso de calamar”, explica la artesana.

Algunas de sus piezas de joyería –y también varias pinturas– están ya expuestas en la muestra Crea Jiloca, que se inauguró el pasado 4 de agosto y que permanecerá en la biblioteca de Monreal del Campo hasta el próximo 9 de septiembre. En ella hay un total de 36 artistas de disciplinas tan variopintas como la escultura, la papiroflexia o la fotografía, además de las ya mencionadas pintura y joyería.

Cambio de materiales

Además, la creadora comenta que entre sus objetivos está realizar una muestra con algunas de sus joyas en el Museo del Azafrán, situado también en Monreal del Campo. 

Sin embargo, para ello tendrá que sacar tiempo y crear nuevas piezas ya que tiene tanta demanda que apenas da abasto a cubrirla. Y es que, como concreta, se trata de diseños artesanales que llevan su tiempo, “y solo tenemos cuatro manos”, dice haciendo referencia a las de Lalo Barragán y a las suyas propias. No obstante, la pareja de Creaciones Nómadas indica que la creación de sus colecciones no suele prolongarse durante más de dos o tres meses porque les gusta cambiar de materiales. 

No son los primeros elementos de la agricultura que han perpetuado en sus joyas, en las que también hay cardos, espigas o incluso un ciervo volante, que es un escarabajo que es habitual en el Jiloca. 

La pareja combina sus sesiones de trabajo en el taller que tienen en Calamocha con la asistencia, cada fin de semana, a ferias de todo tipo tanto dentro como fuera de Aragón. Además, sus creaciones también es posible conocerlas y adquirirlas a través de las redes sociales. Pese a que se trata de piezas únicas, los joyeros aseguran que se venden a precios muy asequibles porque su deseo es que todos aquellos que lo deseen puedan hacerse con una.