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Olba, un colegio sin libros pero con naturaleza y escolares que ya suma 33 alumnos, tres más que el curso anterior Olba, un colegio sin libros pero con naturaleza y escolares que ya suma 33 alumnos, tres más que el curso anterior
Huerto escolar en la localidad de Olba

Olba, un colegio sin libros pero con naturaleza y escolares que ya suma 33 alumnos, tres más que el curso anterior

Arrancan las clases en la provincia
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Con 230 habitantes según el último censo oficial, Olba es un ejemplo de cómo una educación sin libros, pero pegada a la naturaleza, puede ser una herramienta inmejorable para mantener abiertas, y en aumento, las escuelas del medio rural. La cifra lo demuestra: 33 alumnos y alumnas empezaron el lunes un nuevo curso.

El aula de Olba, que forma parte del CRA Javalambre ubicado en Manzanera, cuenta con tres clases en las que se impartirán todos los cursos desde primero de Infantil hasta sexto de Primaria, y este año con tres alumnos más que el anterior por la vuelta de una familia al pueblo.

“El profesor es muy importante para iniciar y proponer”, explica a Efe la profesora Delfi Ruiz, pero tienes que “tener el apoyo de las familias para tirar adelante”.

Así que el colegio empezó a consolidarse, cuenta, cuando confluyeron tanto el convencimiento de las familias como el compromiso de los profesores, y de hecho, ha habido varias familias que han llegado a vivir al pueblo atraídos por el proyecto educativo.

Delfi Ruiz fue quien trajo esta propuesta al centro, y a poco menos de un mes de su jubilación, agradece sobre todo ese trabajo conjunto para llevar a cabo un proyecto de “innovación” que pretende “mover lo rural”, insiste, demostrando que hay calidad de vida en los pequeños pueblos.

Lo que más llama la atención del proyecto educativo del colegio es que no hay libros de texto y que la herramienta de trabajo es un huerto ecológico.

En este terreno los niños y niñas lo hacen todo: desde la siembra hasta el abonado, la cosecha y la recolección. Y el huerto les permite aprender las distintas materias, explica Ruiz.

La de naturales es la más clara, pero también, por ejemplo, cocina, porque elaboran platos y productos con lo que recogen del huerto. Luego los venden en el mercadillo del domingo (una vez al mes) en el pueblo.

“Tienen su propia microempresa infantil, y tienen que llevar las cuentas de lo que tienen y lo que venden”, señala la profesora, de modo que las matemáticas se integran sin que se den cuenta en su día a día. Calculan el dinero recogido para a final de curso hacer un viaje.

El proyecto de Olba ha tenido ya el reconocimiento a la innovación con el primer premio en la categoría de Educación Primaria que concedió la Asociación Vida Sana y la Fundación Triodos.

El galardón reconoce el trabajo a partir del huerto, pero también por incorporar actividades para que los alumnos “se reconozcan a sí mismos, que vayan descubriendo cómo son y cómo quieren vivir la vida”. Y por eso hay actividades como biodanza, yoga o chikun.

Pero el más importante es el reconocimiento de las familias, que acuden atraídas por este proyecto, muchas de ellos las conocidos como “neorrurales”. Aprovechan la buena ubicación del pueblo cerca de Valencia incluso para desplazarse desde allí a trabajar.

Lo que no hay en las aulas son libros de texto. “Fuimos eliminándolos poco a poco”, apunta la profesora, y en su lugar utilizan los propios textos de los niños y otros materiales.

“Por ejemplo, nosotros no damos los adjetivos el día que toca en el libro, sino que lo podemos hacer a través de la redacción libre de un niño”, aclara.

“Tenemos el mismo currículum y los mismos objetivos que los demás”, afirma la maestra antes de incidir en que “lo que varía es la temporización y la metodología”, ya que intentan respetar los tiempos de maduración de cada niño “no dejándolos que hagan lo que quieran, sino animándolos de acuerdo a su ritmo”.

El trabajo para los docentes es exigente y por eso no ha sido fácil, reconoce Ruiz, encontrar a alguien comprometido con el proyecto que ocupe su plaza cuando se jubile próximamente. Aunque la jubilación no significará despegarse de la escuela. Delfi Ruiz espera colaborar de otra manera para “que se haga caso a las zonas rurales”.