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Máster de septiembre Máster de septiembre

Máster de septiembre

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Javier Lizaga

Estás tan feliz con tu bañador, has conseguido que quepa todo en el maletero y cuando te das cuenta llega septiembre. Te avisa la vuelta al cole. En mi barrio se nota por la creatividad en los aparcamientos: sobre la acera, doble fila y ahora en forma de rotonda, viva el Rey. Me pregunto siempre cómo lo organiza Educación para que todos los niños vivan lejísimos de sus colegios. Septiembre es el mes de los coleccionables y este año, en dos fascículos te sacas un máster universitario. Presenta la colección la ministra socialista Carmen Montón, ella, por ejemplo, se hizo con uno y eso que empezó las clases cuando ya habían terminado algunas asignaturas.

Les explico cómo funciona. Resulta que te llama a casa el director del máster, cuidado con confundirle con alguna compañía telefónica. Te ofrece un título sin pisar las aulas: él te aprobará sus asignaturas, otras te las convalidarán y el resto son profes compi yoguis que te hacen hasta los trabajos. No dejarse llevar por la sensación de timo, no lo es, es un delito. Lo dice la jueza en el documento donde explica cómo le dieron un máster a Pablo Casado y que así los directores de tan prestigiosos saraos logran renombre y clientes, esto es, los otros alumnos a quienes no les convalidan ni perdonan una falta a clase. En otro país, o quizá en el de mis sueños, la universidad se cerraría o, al menos, todo ese departamento. En éste como ya hay farsantes a derecha e izquierda supongo que andarán contentos los partidarios del “y tú más” con esa lógica futbolística de soy de los míos y a falta de razón, grito más. Leo en el NY Times que el oncólogo español Josep Baselga, autor de decenas de artículos a favor de farmacéuticas olvidó decir que cobraba millones de ellas. Así está la sapiencia, a los pies de quienes tienen pasta y poder. Otros lo llaman sinergias. Karmelo Iribarren, un poeta, explica que la vida es lo que pasa de lunes a viernes, el sábado una ilusión y el domingo nos sirve para encajar todo esto. Cuentan también que el verano es la época de los divorcios. Así que si han sobrevivido, encajen que llega septiembre.