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La banca gana La banca gana

La banca gana

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Elena Gómez

Con el paso de los años nos vamos dando cuenta de lo que significa vivir la historia. Acumulamos en la memoria acontecimientos que, lejos de poder controlar, nos han hecho ver que el devenir de la humanidad no volverá a ser como antes. 

Todos recordamos lo que estábamos haciendo exactamente en el momento del atentado de las Torres Gemelas, de la quiebra de Lehman Brothers   o del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por eso también recordaremos lo que estábamos haciendo cuando supimos que nuestro Estado de Derecho había colapsado.

En concreto, la sentencia del Tribunal Supremo sobre algo ya juzgado me pilló escribiendo otra columna. La que saldrá la semana que viene, porque esta toca hablar de las hipotecas de los españoles.

Mi formación en Derecho me impide aceptar lo que acaba de ocurrir en nuestro país. Más allá de valorar lo justo del contenido de esta última sentencia, me preocupa sobremanera el hecho de que la separación de poderes sea ya papel mojado. 

Por hechos que todos tenemos en mente, la independencia del órgano jurisdiccional más importante de España venía siendo una muerte anunciada. Pero que se haya actuado en defensa de intereses corporativos sin ningún pudor y haciendo trampas a ojos vista, ha sobrepasado un límite que no deberíamos consentir.

Lo que ha colmado el vaso de mis entendederas ha sido que un Gobierno responsable y "respetuoso con las decisiones judiciales" haya anunciado al día siguiente la aprobación de una norma en sentido contrario a la sentencia. Una vez más, no han sido capaces de esconder las razones que han motivado una decisión electoralista y en absoluto meditada.

Da igual que existan unas reglas del juego, al final siempre gana la Banca. Por un lado no devolverá ni un céntimo del impuesto, por otro inventará la manera de hacernos pagar lo que le corresponderá por ley al conceder nuevas hipotecas.

Mientras, nosotros a seguir lamiéndonos las heridas.