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El gafe El gafe

El gafe

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F.J.B.

Tengo aquí a mi lado un carro de flores para lanzarlas entusiasmado al Club Deportivo Teruel cuando la victoria se haga presente, pero aquí se me están marchitando rosas, lirios y tulipanes sin que el laurel del triunfo nos corone. Que no hay manera, oiga. Que ganar se antoja casi un milagro cuando es verdad que disponemos de todos los mimbres. Y uno, que se da explicaciones a los malos resultados hablando de mala suerte, de auténticas putadas o de infames usos arbitrales, no tiene otra que ironizar buscando razones poco razonables para explicar lo inexplicable. Aquí hay un gafe. Lo digo así, de sopetón. Y un gafe muy potente. Tanto, que su dominio y potestad ocupa Aragón de sur a norte. O si no cómo se explican que los tres equipos capitalinos anden militando en la debacle y coqueteando con la hecatombe. Porque Zaragoza, Huesca y Teruel están en pérdida que se dice de los aviones. O sea, cayendo en barrena y en puestos de descenso. Y cada uno en su categoría. Y del Ebro y el Ejea, ídem, eadem, ídem.

Así que determinado el ámbito de actuación del bicharraco, al que ya podemos diagnosticar y señalar como gafe autonómico, y sabiendo además del poder omnímodo con que las gasta el maléfico aguafiestas, busquémoslo pues por todos los rincones y hagamos toda clase de hechizos y sortilegios para que el cenizo se aplaque. O si no nos vamos todos a la mierda que diría el inefable Fernando Fernán Gómez. Alarma pues.

De entrada, como medida cautelar para evitar en algo su empuje, yo propongo ajos en la portería. Es una buena medida. Estoy por pensar que con una simple ristra, a Valera se le hubiera preservado de semejante tozolón. Luego, tres velas blancas en nuestra caseta y tres negras en el vestuario visitante. Escondidas. No hace falta que sean muy evidentes. Para Aso una pata de conejo y para el presidente un trocito de madera de pino rodeno. Sal gorda por la grada. Laurel, tomillo, ruda y romero por el césped. Y propongo un grupo de whats app que ayude a localizar por todos los campos de fútbol aragoneses al innombrable, al mala follá que nos tiene a todos mohínos y compungidos. 

Ah, ¿qué no existen los gafes? Que se lo digan al tío ese que sobrevivió a los dos ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Todo desolación a su alrededor y el gachó vivo en medio. O que se lo digan a algún torero después de aquel cartel maldito de Pozoblanco. Todos muertos o lisiados. O a Carlos Sainz con el trata de arrancarlo. 

Yo, por si acaso tuviera la mala suerte de ser leído por el innombrable toco madera, enciendo una vela y dejo escrito mi ensalmo: ¡Lagarto, lagarto! No es cosa de jugar con la ruina y el desastre.