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Alberto Villalba, el joven que perdió las manos y la vista tras estallarle una vieja granada de la Guerra Civil, irá al Mundial de Para Agility Alberto Villalba, el joven que perdió las manos y la vista tras estallarle una vieja granada de la Guerra Civil, irá al Mundial de Para Agility
Alberto Villalba y su pareja, Bea Sanahuja, durante la prueba nacional de la semana pasada en Valencia, donde terminaron en primera posición

Alberto Villalba, el joven que perdió las manos y la vista tras estallarle una vieja granada de la Guerra Civil, irá al Mundial de Para Agility

Una historia de superación cinco años después del grave suceso
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José Luis Rubio

Progresar en el deporte es superar las dificultades. Y eso es algo que Alberto Villalba y Beatriz Sanahuja saben hacer muy bien. Su última aventura pasa por las pistas de agility donde, junto a su perra Noa, ya han comenzado a cosechar triunfos. El equipo turolense del Club Agility Tucán de la capital acaba de regresar de Torrent (Valencia) de colgarse el oro en la segunda prueba del Campeonato de España de Para Agility de la FEAEC (Federación Española de Agility y Educación Canina), ganándose el derecho a participar en la fase final que se disputará este verano y asegurándose una plaza en el Campeonato del Mundo de esta organización , que también se celebrará en Silla (Valencia) del 22 al 25 de agosto.

Después de haber participado en pruebas de atletismo en ruta e incluso de haber corrido la Carrera por Montaña Ciudad de Teruel, ahora Alberto Villalba, que perdió las manos y la vista al explotarle una granada italiana de la Guerra Civil  hace cinco años, ha sumado el adiestramiento canino a su catálogo de habilidades.

Villalba y su pareja, Beatriz Sanahuja, han llevado su compenetración a las pistas de competición donde hacen que su perra Noa, una labrador retriever marrón, rompa los registros obedeciendo las órdenes de Alberto. 

“Empezamos hace dos años, aproximadamente”, recuerda Alberto. “Empezó haciendo agility Bea, mi novia, pero cuando Paco (Paco Alegre, presidente del Club Agility Tucán y adiestrador) nos los comentó, empezamos a aprender a hacer los movimientos los dos”, explica. 

Precisamente, Bea Sanahuja recuerda como “en un principio fuimos a ver a Paco para corregir unas cuestiones de comportamiento de Noa, y al final los compañeros del club y el propio Paco  nos animaron y yo empecé con el agility”.  Éste será el segundo año en el que Beatriz acude a los entrenamientos con el club Tucán. Alberto, por su parte, empezó asistiendo como acompañante aunque desde febrero terminó sumándose a las sesiones y asumiendo así un nuevo reto. “Llevamos muy poquito, nueve meses nada más”, apunta Beatriz.

En las competiciones es Alberto quién tiene que dirigir al perro. Para ello dispone de ocho minutos, junto a Beatriz y Paco, para recorrer y memorizar por completo el circuito de obstáculos que tiene que completar con el animal a sus órdenes, sin cometer errores y en el menor tiempo posible. Como medida de seguridad, Beatriz le acompaña durante el recorrido en la competición. Cogida a su brazo, su papel es asegurarse de que Alberto no tropieza con nada, pero es él quien tiene que recordar cada movimientos, los pasos entre los obstáculos y los giros que debe completar para llegar de uno a otro. “Una vez que hemos reconocido toda la pista con Paco y Bea yo me hago un esquema mental de cómo están situados los obstáculos y luego pasamos con la perra a competir”. Aunque Beatriz acompaña a Alberto en todo momento, el cien por cien de la iniciativa debe llevarla él.

Para poder tener cierto control sobre su perra Noa, ésta lleva un collar con cascabeles al cuello. “Normalmente no se permite que los perros lleven collar, pero en este caso se autoriza para que Alberto pueda saber donde está la perra”, explica Paco Alegre, responsable del entrenamiento del equipo turolense.

Dentro de este lento proceso, Beatriz fue quien empezó con los entrenamientos de las diferentes zonas y obstáculos, aprendiendo tanto ella como el animal los movimientos para superarlos de la forma más eficiente posible. “Luego, cuando ya empezó Alberto, la perra ya tenía unas nociones”, explica.

Alberto Villalba compite en el Grupo 6 de Para Agility, en el que se encuadra a aquellas personas con alguna discapacidad pero que no afecte a su motricidad o su desplazamiento. Villalba suma a la falta de las manos su ceguera, lo que le añade muchos enteros de dificultad, sobre todo a la hora de saber si el perro ha completado cada zona. “Para eso también estoy yo”, apunta Bea, “si nos pasamos una zona o si la perra se viene detrás yo tengo que avisarle”. Precisamente, eso es “lo que a mi me ha costado más. Como yo también compito con la perra me ha costado mucho  el estar callada y no darle órdenes a la perra”.

El equipo formado por Alberto, Beatriz y Noa ya ha comenzado su cosecha de trofeos. 

El pasado fin de semana lograban terminar en primera posición en la segunda prueba puntuable del Campeonato de España de FEAEC. En la primera prueba el equipo turolense logró subir al segundo escalón del podio. “En el tema físico Alberto es un portento, pero también lo es en cuanto a orientación y a memoria para recordar el recorrido. Y luego, el apoyo que hace Bea en las situaciones y cómo domina dentro de la pista es otro portento. Con este equipo no hay forma de que esto no salga bien”, explica su entrenador. 

El propio Alberto reconocía que “esperaba que me costara más aprender los movimientos y el memorizar la pista” y se mostraba feliz de lo rápido que estaban dando sus frutos el trabajo que realizan en la pista de entrenamientos dos días a la semana.  Villalba reconoce que, para él,  lo mayor complicación en esta nueva aventura deportiva es “el tiempo que nos dan para reconocer la pista e imaginarme los obstáculos o la forma de la pista. Es lo más difícil y con lo que me pongo un poco nervioso antes de salir”, mientra que a Beatriz lo que más le cuesta es “no ser yo la que da las órdenes a la perra, porque quieras que no sin querer te sale y se te puede escapar. También el no tropezarnos”.