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Javier Negro, delegado de Misiones Escolapias en África: “En los países de África central la gente come cada dos días” Javier Negro, delegado de Misiones Escolapias en África: “En los países de África central la gente come cada dos días”
Javier Negro, delegado de misiones en África de las Escuelas Pías, posa en la plaza de Alcañiz

Javier Negro, delegado de Misiones Escolapias en África: “En los países de África central la gente come cada dos días”

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Viaja al menos dos veces al año a África Central, donde la pobreza, la explotación de la población adulta e infantil, la desnutrición y las enfermedades más peligrosas del planeta campan a sus anchas. Nació en Bello y pertenece a una familia de 10 hermanos que pronto se asentó en Zaragoza. Dos de sus hermanos también son religiosos y escolapios y han sido, asegura, más misioneros que él. Ha sido profesor en colegios de su orden en Aragón, en Madrid y provincial de las Escuelas Pías hasta que fue destinado con este mismo cargo, primero a Camerún y finalmente a Congo.

-¿Cómo es la vida en Congo?

-Es difícil, social y políticamente, porque este mismo mes hay elecciones y son poco fiables. Además se está armando un poco de ruido y no sé qué pasará. 

-¿Cuántos escolapios están en Congo y Camerún?

-Unos ocho. Son ellos los que llevan las misiones, porque en España tampoco hay muchas vocaciones, y allí sí.

-¿Cómo se sobrevive?

-Hay mucha hambre. Allí la gente come cada dos días. Hay mucha mortandad infantil. El 55% de los niños están en estado de desnutrición, el 50% desescolarizados y hay mucho analfabetismo. Hay hambre, no hay dinero, hay muchas enfermedades y continuamente epidemias de malaria, hepatitis, cólera y fiebres tifoideas.

-¿Cuál era su cometido cuando estuvo de Provincial?

-La misión de los Escolapios es evangelizar educando. En Congo llevamos tres años, pero en Kikonka gestionamos tres escuelas y una parroquia, además de que llevamos un grupo de alfabetización de la mujer. En Kinshasa llevamos un grupo de niños de la calle. Prácticamente todas las comunidades religiosas  tienen grupos destinados a estos niños. 

-A través de la Fundación Itaka se recaudó dinero en las fiestas de Alcañiz que se destinará a su misión. ¿En concreto a qué?

-Es la recaudación de la carrera solidaria, que se dedicará a becas de niños. Un niño necesita una beca de 40 euros al año. Encima de que son pobres, allí la Educación se paga, y el salario de un maestro son 50 dólares al mes, y los niños que no pagan son expulsados. Así que el dinero recaudado irá a las escuelas que gestionamos. 

-¿Qué impresión le causó Congo cuando llegó allí?

-Yo estuve sobre todo en Camerún, Guinea y Gabón, donde hay mucha pobreza, pero Congo es mucho peor. Siempre he dicho que Camerún, comparado con Congo, es como Nueva York. Cuando llegué allí y veía a los niños descalzos, mal vestidos, con hambre y sin escuela se me enternecía el corazón. He llorado decenas de veces cuando conocía las historias que me contaban los niños de la calle.

-¿Se da suficiente en el primer mundo?

-A pesar de que nunca es suficiente, yo estoy satisfecho. El primero que tendría que intervenir allí es el Gobierno de allí, porque es un país riquísimo. Nosotros hacemos lo que podemos. En general la respuesta es buena, y este año que Congo será el país referente de la Fundación Itaka ya nos estamos moviendo para buscar financiación para nuevos proyectos.

-Cuando usted está en Congo, ¿puede hablar tan libremente del Gobierno de allí como lo hace aquí?

-Sí y no, pero hay que ir con cuidado, porque podemos tener problemas. El año pasado, por ejemplo, a dos escolapios les detuvo la policía por la calle, y a mí me estuvo siguiendo la policía un día que salía de la embajada de Malta por ser blanco. Durante cuatro kilómetros y hasta que se estropeó el taxi en el que íbamos nos estuvieron siguiendo, y después preguntaron quién era yo, porque era blanco. Mi compañero negro dijo que éramos sacerdotes católicos, y coincidió que el jefe del grupo era católico y nos liberó. Si no hubiéramos ido a prisión. Hay que ir con cuidado en toda el África central, porque los controles son enormes.

-Aquí la corrupción es el pan de cada día, ¿allí también?

-Hay una enorme corrupción. Un periódico de Congo publicó la lista de militares, ministros, directores generales que tenían más de 1.000 millones de dólares en bancos de Inglaterra y Suiza, y los gobiernos de Inglaterra y Suiza bloquearon sus cuentas y no dieron visado a los titulares. La reacción del Gobierno fue cerrar la oficina de la Comunidad europea, y sigue cerrada. No creo que me detengan por esto, porque es una información pública.

-¿Guerras?

-Las hay, ahora seguro que también. Sobre todo hay guerra en el este, donde se encuentran los yacimientos de coltán, de cobalto, de diamantes…

-Precisamente minerales que se sirven para la fabricación de aparatos tecnológicos como los móviles. ¿Quién explota esas minas?

-Empresas europeas o americanas. El coltán, por ejemplo, se lo llevan a Ruanda y de allí lo recogen, principalmente, empresas norteamericanas. Y el cobalto los chinos, pero a veces matan a la gente que vive sobre la mina de cobalto, según lo que me decía este mes de junio un obispo de la zona. Compraron una mina de cobalto y liquidaron a la gente, quemaron las aldeas y ahora están explotando el cobalto para llevárselo a China y hacer las baterías de los coches eléctricos. En estas minas de coltán suele haber niños trabajando, cuando es un mineral tóxico, y no les pagan ni 80 dólares al mes. Son niños de 10-12 años, y hay niños soldado captados en campos de refugiados. Organismos como la ONU o Unicef hablan de dos millones de refugiados en Congo de países como Angola, Chad, Sudán o Ruanda.

-¿Hay quien luche con esa situación dentro del país?¿La oposición?

-No, en absoluto. Ahora se han unido para elegir a un candidato único. En la propaganda electoral no se habla ni de los niños soldado, ni de la pobreza que hay en el país, ni de la explotación de empresas extranjeras, ni de los refugiados…

-Es una especie de infierno en la tierra.

-Pues sí. Muchas veces me decía, esta gente no es considerada persona, porque la muerte la tocan al lado y nadie dice nada.

-Allí hay muchas vocaciones y aquí pocas. ¿por qué?

-Una vocación es una llamada personal de Dios y supone una respuesta, tanto aquí como allí. Aquí, sea por el consumismo o por lo que sea, hay poco interés por hacerse religioso, religiosa o sacerdote o incluso por ser cristiano. Allí hay que ir con cuidado, porque no hay futuro de nada, no hay industria, la agricultura está mal y hay muchos jóvenes. La mitad de la población no llega a los 17 años. Ellos ven que la iglesia es una institución sólida, con posibilidades de formación, de estudiar en Europa y donde tienen asegurada una salida. Hay que ir con cuidado, porque aunque son mucho más religiosos que aquí, quizá la vocación es por necesidad. Las congregaciones religiosas tienen criterios para determinar las razones por las que una persona de allí quiere ser religioso o sacerdote. Una vez estuve con un joven que me preguntaba si en Europa la gente renunciaba a Dios, y no entendía que fuera así, porque me dijo que si él renunciase a Dios no le quedaría nada más en la vida.

-¿Qué papel juega la escuela concertada en España?

-Yo opino que ha de haber una pluralidad en la Educación y libertad de elección. La escuela concertada está desfavorecida con respecto a la escuela pública, porque hay que pagarlo todo salvo el sueldo de los profesores, que tampoco cobran lo mismo que en la escuela pública. 

-¿Necesitan más ayudas?

-Al menos necesitamos quedarnos como estamos. En Bélgica, por ejemplo, la escuela concertada y la pública están en las mismas condiciones. Si hay que comprar material escolar o arreglar el tejado, se trata igual a ambas. A la escuela concertada se le ha puesto el sambenito de que es un negocio, cuando no es así, y la prueba es que muchos colegios, como por ejemplo el de Alcañiz, son deficitarios.

-¿Cómo se cubre ese déficit?

-Porque toda la orden tiene una caja común, y así nos ayudamos unos a otros. Si hay superávit en Bilbao o Zaragoza se ayuda al de Alcañiz, al de Barbastro... Aparte de esto, los religiosos no tenemos sueldo personal ni familia por la que responder.