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Memoria del hambre Memoria del hambre

Memoria del hambre

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Juanjo Francisco

Hay quien todavía recuerda que poner el pan boca abajo en la mesa era un sacrilegio. Una costumbre social nacida del ambiente de carestía que se vivió en este país durante la posguerra y que se ha prolongado en el tiempo. Muchos otros ya no entienden lo que he querido decir al inicio, claro. En su tiempo tampoco comprendí esas reprimendas que mis mayores me lanzaban cuando me hacía un lío con el trozo de pan en la mesa; y qué decir sobre la dichosa manía de comérselo todo. Qué fijación con no dejar nada en el plato.
Aquellas cuitas de niño, acompañadas de  abundantes refranes que manejaba mi madre, me vienen  ahora a la memoria muchos días cuando llega el mediodía y me siento a la mesa junto a los míos. En teoría es un momento de cierto remanso y de puesta en común sobre lo que deparó y deparará la jornada. Pero solo en teoría- La mayoría de las veces, ese rato de la comida se convierte en algo similar a un paseo por un campo de minas, nunca sabes dónde va a estallar el conflicto, si en el primero o en el segundo o, incluso, en el postre. Siempre hay alguien que pone la nota discordante a la hora de opinar sobre lo bueno, malo o regular que está lo que hay en los platos. Generalmente el follón siempre lo desata un único protagonista que no traga, en sentido literal de la palabra, lo que se le ofrece, a pesar de que al resto nos parezcan manjares. Es curiosa la relación con la comida que tenemos los humanos según la edad y la época. Cuando veo las escenas que veo en mi mesa no puedo evitar acordarme del pan boca abajo, una auténtica barbaridad, por no decir chorrada, para los jovencitos de ahora. Dicen que la memoria del hambre nunca se pierde y es posible que así sea porque, de lo contrario, es complicado entender cómo hay alguien que no sabe apreciar lo bueno que está un alimento, más allá de las legítimas manías o aversiones que nos llevan a rechazar algunos productos. No tener memoria del hambre nos permite ser exquisitos y tozudos, nada parecidos a los que dejaban siempre el pan en su posición natural.