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A dentelladas A dentelladas

A dentelladas

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F.J.B.

Sigue el acoso al toreo. Ahora con una nueva dentellada a su alma y a su naturaleza. El toreo, sin medalla de las Bellas Artes. Esto funciona así. Mordisco a mordisco porque no se puede abatir tamaña pieza, o sea la fiesta de los toros, de un solo disparo. Saben quiénes la odian que su prohibición definitiva y oficial traería una pérdida de votos ingente y eso ningún político con cierta sesera lo quiere asumir. Así que acabemos con ella a dentelladas. Como esas hienas que muerden al ñu en los documentales de la 2 hasta dejarlo exhausto y abatido.

Funciona así. Es evidente. El político de turno cierra una pequeña plaza de pueblo para anestesiar a la gente de su malsana afición al toreo. Cerrada esa por su capricho probará con un coso de mayor entidad para tratar de arramblar con siglos enteros de historia taurina en ese lugar. Y después otra… y otra. Así, como quien no quiere la cosa, dentellada a dentellada. Játiva, Alcira o Gandía son buenos ejemplos de ello. Luego, por otro lado, se inventará una ley ilegal, local o autonómica me da igual, que restringirá el desarrollo del toreo hoy acá, mañana allá y pasado acullá. De eso es paradigma Cataluña y Baleares aunque el Tribunal Constitucional haya parado sendas barrabasadas. Pero no desfallecen porque con eso ganan tiempo y espacio de silencio en el ruedo. Habrá sido otra mordedura más. La misma que la de ofertar pliegos imposibles que ninguna empresa taurina equilibrada podrá asumir nunca. Vitoria me viene al pelo para esta fiera dentellada. Y hasta Zaragoza si se me apura aunque haya habido un par de “legionarios” que hayan querido asumir el coste.

Pues bien, ahora sumen a este sanguinario ataque de hienas el del Ministerio de Cultura a cuenta de las medallas de oro de las Bellas Artes. El toreo, desterrado de la ceremonia. Arrojado y proscrito para la cultura oficial. Así de ruin es la tarascada. Sin un torero en la nómina de galardonados apartamos a la tauromaquia del ámbito natural al que debe estar unida. O sea, el de la cultura, la creatividad, la belleza, el arte, la imaginación… Ya lo dijo el ministro del ramo, el inefable José Guirao: “El toreo no se puede prohibir por decreto”. ¡Ole! Pero lo dejamos sin medalla, lo echamos de la cultura y lo convertimos en un proscrito que vagabundea en busca del destino que se le niega.

Alguno dirá que tampoco es para tanto, que al fin y al cabo José Tomás o Paco Camino devolvieron su medalla al ministerio por quítame allá esas pajas. Quizá no sea para tanto pero lo cierto es que desde aquí se ha escuchado el chasquido de dientes al rasgar otra vez la piel. Y las fieras se amontonan sobre los lomos de este ñu.