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Brotes verdes Brotes verdes

Brotes verdes

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F.J.B.

A pesar de que el título de este artículo puede invitar al optimismo más ingenuo, digamos que en realidad entre estas líneas fluye la idea de agarrarse desde cierta ilusión y esperanza inteligente a un clavo ardiendo para no caer en la postración. En el fondo el artículo va de levantarse una nueva mañana para ponerse a luchar, que es mucho y que es lo que todo hijo de vecino hace con su vida de sol a sol. Y levantarse una nueva mañana en el toreo es escuchar que la feria de Ajalvir ya tiene sus carteles rematados, que Valdemorillo se dispone a enterrar su frío entre toreros y hogueras de San Blas o que Valencia anuncia Fallas con vestidos de torear. Un año más. Es el retorno de la temporada, es renacer del silencio en el que quedaron las plazas allá por San Lucas y El Pilar, es la yerbita verde que asoma entre la nieve para decirnos que el toreo tiene una nueva oportunidad.

Y la tiene. Porque a pesar de que esta sociedad ante entontecida hasta el punto de celebrar ya bodas entre perros como ha ocurrido en Lorca con una concejal, y hasta el punto de que haya quienes renieguen del alma brillante que colma de gracia un arte como el de torear, muchos jóvenes no están dispuestos a soportar tanta estupidez y a que esa belleza del toreo sea aplastada por una corriente de pensamiento pueril a la que no le conviene la tauromaquia. Nos dijeron los jóvenes en la charla de Utate que quieren volver a las plazas y reivindicar un lugar en la Fiesta. Y lo están haciendo sobre los tendidos de Salamanca, Córdoba, Madrid… Y eso es un brote verde en medio del secarral. Como lo es ese magnífico libro que el filósofo Francis Wolf ha alumbrado para mayor gloria del toreo: “Las seis claves del arte de torear”. Una defensa de la fiesta de los toros pensada y argumentada por un catedrático universitario francés sin complejos ridículos bajo su birrete. He dicho francés. Y es que aparte Fernando Savater, los intelectuales vernáculos deben andar en otros menesteres y en otras dimensiones. Pero un brote verde es. Y hay más.

Claro que si alguien deber responder a esa primavera incipiente que va a asomar, esa no es otra que la industria de los toros. Son ellos los que deben ilusionar de verdad, los que deben hacer reventar de flores plazas, ferias y carteles. Y ahí anda esta pesadumbre particular que matiza ilusiones y ensombrece esperanzas. Lo de la boda entre perros es síntoma de enfermedad social pero más preocupante resulta que esa industria taurina entienda que debe cambiar. Sí, optimismo por la yerbita verde, por Ajalvir, Valdemorillo, Valencia y por otra oportunidad que nos ofrece esta nueva mañana que comienza a alumbrar… Pero los brotes verdes se secan si quien los debe regar no entiende ya de cosechas o climas, o no sabe que una nueva agricultura es posible y necesaria ya. Brotes verdes pero porque el sol sigue saliendo y te invita a luchar.