Síguenos
Me lo merezco Me lo merezco
banner click 244 banner 244
Juan Corellano

Pese a mi ateísmo confeso desde que tengo uso de razón, con preocupante frecuencia observo en mi persona cierta tendencia a la penitencia cristiana. Esto es algo que me inquieta, pues no encaja en absoluto con alguien que no ha sido bautizado, comulgado en su vida y que siempre asistió a las alternativas a la religión que se le ofrecieron en la enseñanza pública, como es mi caso. Pues bien, aún con todo, no paro de comprobar como tiendo a regocijarme con mi propio sufrimiento.

Esto se manifiesta en múltiples formas, desde ver por iniciativa propia Indiana Jones y la calavera de cristal hasta acudir regularmente a un gimnasio, pero, sobre todo, en una situación concreta: mis resacas, por otro lado inevitablemente habituales debido a mi condición de estudiante universitario.  

En mi lucha con estas, yo siempre he sido contrario a combatir jaquecas, dolores y malestar general con el comodín fácil de nuestro amigo el Ibuprofeno. No porque esté en contra de la automedicación y de ese tomar pastillas como si fueran caramelos que tanto se lleva, que también, sino por una cierta convicción de que ese es el castigo que merezco por todo el vicio acumulado.

Precisamente escribiendo estas líneas he descubierto un nuevo hándicap añadido a esta ya de por sí dura penitencia que he de pasar cada fin de semana. Cuando se me ofreció escribir cada semana una columna para este diario yo, iluso y novato, no reparé en cuál era el día asignado para mis textos: los lunes. Ahora, analizando esa asignación con más calma, caigo en la cuenta de que, derivado de la regla de dejar todo para el último momento, significa que tendré que escribir estas columnas los domingos. Ello a su vez significa que, por mi férreo compromiso con la nocturnidad, tendré que escribirlas estando de resaca. 

Pues bien, así me doy cuenta de que ahora ya no tendré que pasar mis domingos entre dolor y sufrimiento, sino que además tendré que exprimir mi seco cerebro para ofrecer un texto medianamente digno a mis lectores. Pero no pasa nada, yo acepto esta penitencia con resignación cristiana. Algo dentro de mí me dice que me lo merezco.